«Para mi Pokémon es un proyecto vital», me decía un buen amigo hablando de su experiencia con el reciente juego estrenado en Nintendo Switch 2. Y es que con la edad que gastamos algunos, resulta fácil olvidar que los primeros títulos de la franquicia llegaron a nuestras manos hace ya la friolera de 26 años. Y si bien, porque soy tontísimo, me desvinculé de la saga hace ya mucho tiempo me parece mágico lo que tiene que haber sido para aquellos que se hayan mantenido al pie del cañón tanto tiempo.
Imagino que habrá sido un viaje lleno de altibajos. Nada aguanta el tipo en la cresta de la ola durante dos décadas. Pero inevitablemente se tiene que generar algún tipo de familiaridad. De «lugar seguro» al que volver una y otra vez. Como digo, lamentablemente, es algo que por decisiones adolescentes me he estado perdiendo y que pese a llevar ya tiempo intentándolo, no he conseguido rescatar. Y es que mi renovación con Pokémon llegó de la mano de Pokémon Go. El famosísimo juego de móvil despertó en mi una temprana «crisis de los 40» que me hizo volver a la saga en la que con mayor o menos acierto, llevo ya jugando nueve añazos.
Pero hoy no hemos venido a hablar de Pokémon Go, aunque probablemente sea un título que se merezca una reflexión en profundidad. Pero tengo que mencionarlo porque estos nueve años de monstruos de bolsillos han sido turbulentos. Y todo porque siempre he estado con la sensación de «llegar tarde». De haberme perdido muchas cosas que: o realizaba un esfuerzo titánico por repasarlas todas y cada una de ellas para ponerme al día; o arrastraba alguna suerte de lacra que me hacía menos válido a ojos de los demás entrenadores. Si a eso le sumamos que por tener mecánicas «más sencillas» que los juegos de sobremesa y algunas monetizaciones moralmente cuestioables, también acentuaban esa sensación de estar capturando bichos «de segunda».

Bienvenidos a Ciudad Luminalia.
He de reconocer que tenía algo de miedo a la hora de enfrentarme a Pokémon: Leyendas Z-A. Como he mencionado previamente, aunque gracias al título de móviles ya pude disfrutar de Pokémon: Sol y Luna, Pokémon: Let’s Go Pikachu y Eevee, Pokemon: Espada y Escudo, Pokémon: Leyendas Arceus y sobre todo Pokémón Escarlata y Púrpura. Si que he tenido serios problemas para gestionar emocionalmente eso de «hazte con todos» y muchos de estos no los he llegado a terminar.
Viendo claramente que este Leyendas Z-A era una secuela directa de los Pokémon: X e Y (se ambienta cinco años después en la capita de la región de Kalos). Imaginaos a qué límite llegaba mi inquietud. Además, Leyendas Arceus es probablemente uno de los que más me gustaron de todos los títulos previamente mencionados, quizás por estar enfocado principalmente a la captura en tiempo real. Sin embargo, el palo al arrancar este Z-A fue sonoro. No sólo arrastraba una continuidad que si bien te explican en todo momento, se dedica a señalarte cual Nelson en los Simpsons recordándote a lo que no has jugado (si tenéis la oportunidad jugad a los originales antes, estoy seguro de que la experienca mejora muchos enteros); es que la captura de bichos está muy mitigada en favor de los primeros combates en tiempo real de la saga.
La ciudad está llena de zonas salvajes donde podemos capturar a las criaturas, pero en cada una de ellas con suerte tendremos una decena de pokémon a repartir entre 3 o 4 especies. Esto entra en contraste con las enormes zonas abiertas del anterior Leyendas donde lanzabamos bolas como si no hubiera un mañana. El tiempo nos sorprenderá plataformeando por los tejados de la ciudad y sobre todo, combatiendo por las noches como si las peleas de pokémon ahora fueran algo chungo y clandestino. Y la mecánica de combate en tiempo real es muy divertida. Para ser una franquicia completamente arraigada en el combate por turnos (que incluso en Arceus se introducía tímidamente el poder pegar con tu compañero en tiempo real, pero estaba muy limitada y a la hora de combatir en serio volvíamos a los menús de siempre) han conseguido trasladar la totalidad de los conceptos mecánicos de siempre al tiempo real. Mis dieses porque no era tarea fácil.

Viniste a por galletas y te quedaste a salvar la ciudad.
Cuando entras en la dinamica y entiendes a donde van los cambios introducidos. Pokémon: Leyendas Z-A se vuelve adictivo. Es más corto que otros títulos de la saga. Mucho más directo (aunque ya llevaré algo más de 80 horas jugadas, pero ya llevo bastante tiempo cazando bichos variocolor). Y si bien no ofrece ese reto al completar la pokedex que otras entregas hacían tan bien. Si que tiene muchos puntos a favor que lo hacen una experiencia recomendada para fans.
La historia por ejemplo está de lo más interesante aunque no jugaras a los originales. El tercer acto es verdaderamente épico y de nuevo, profundiza en los tropos que hacen a la saga tan querida, y a la vez generan desconfianza en aquellos que piensan que la cosa va de maltrato animal. Todos y cada uno de los personajes secundarios que te acompañan son extremadamente carismáticos y están muy bien escrito (recordemos que estamos ante un Pokémon y no ante un Final Fantasy). Y aunque muchas secundarias son bastante tontas, tienen ese puntito de slice of life con pokémon que las hace interesantes de descubrir.
Pokémon: Leyendas Z-A es el primer juego de la serie que pruebo desde sus orígenes; que juego sin pretensiones. Sin el estres de «llegar tarde». Sin la necesidad de tener que haber hecho los deberes previamente. Y aunque tiene cosas que me gustan menos que en entregas previas. Y el modelado de la ciudad es catastrófico (cubos con texturas planas, al menos el rendimiento es eficaz). Y quizás su endgame no sea el más extenso y requiera hacer 1000 combates para conseguir el último item del título (terminas el juego en algo menos de 500, se hace bola terminarlos). Pero a pesar de todo es un juego que después de haberlo exprimido, me sigue dando ratos de felicidad y sobre todo me ha reconciliado con una saga a la que no estaba queriendo como debía…




