Se dice que la realidad supera siempre la ficción. Pero claro, también se dice que nunca dejes que la realidad te estropee una buena noticia. Y desafortunadamente lo que sirve para una notica sirve para la ficción. Somos animales devoradores de historias, nos da igual de dónde provengan. Lo importante es sentarse junto al fuego y durante un rato, evadirnos de la realidad que sólo nos trae hambre, frío y miseria.

El relato que rodea a los acontecimientos sucedidos en las Termópilas en el 480 AC ha sido víctima de la capacidad del ser humano para moldear la realidad mediante el relato. No vengo a dar una clase de Historia, le he dedicado el tiempo justito a Wikipedia para poder argumentar mi tesis con algo de base. Cierto es que se trató de un acontecimiento fundamental en los movimientos geo-políticos de la época, pero aún más cierto resulta que ya desde el inicio se inflaron algunos números que lo mismo no eran tanto (¿eh, Heterodoto?).

Pero al final el relato donde el pequeño resiste ante el grande gracias a su ingenio siempre ha estado ahí y siempre nos ha cautivado. David contra Goliat, Rocky contra Apolo Creed, o Leónidas y sus trescientos espartanos contra las hordas persas. Dicen los que saben que allí no había trescientos tíos en cueros, sino siete mil. Y que cuando Efialtes les traicinonó y se retiraron, no sólo se quedaron los machotes de leónidas, si no que les acompañaban al menos 700 tespios y 400 tebanos más alguno que se hubiera levantado tarde al tocar diana. No vengo aquí a hacer justicia con ninguna polis griega, según Heterodoto había también dos millones de persas y las estimaciones actuales los sitúan en un 10% de dicha cantidad, pero es que nos puede el salseo.

En 300 todo el mundo habla todo el rato como si se acabara de golpear el meñique del pie con la mesilla de noche…

Aquí mi fusil, aquí mi pistola…

A fin de cuentas, si ya se llevaba poco registro de las cosas en la época, y sumamos que 300 es una película, basada en un cómic, basado en la otra película de El León de Esparta, basada en los relatos perdidos en el tiempo. Pues tira tu palante y dejate la rigurosidad histórica en la puerta, y meteme épica que al fondo hay sitio. Todas las obras previas a 300 aquí citadas son muy méritorias en la construcción de un relato épico. Pero claro, la tendencia a la exageración también va en aumento con cada iteración. Y si algo tiene el cómic es que se trata del escenario perfecto, cuando se quiere, para la hipérbole.

Pueda parecer de antemano que no he disfrutado nunca con el visionado de 300 pero nada más lejos de la realidad. Soy gran amante de la versión en cómic (especialmente por el color de Lynn Barley, que hizo algo totalmente revolucionario con el paso de color tradicional al medio digital). Y algo parecido me ocurre con su versión cinematográfica. Pero antes de entrar con más detalle en la película, no está demás dejar claro que nos encontramos ante una absoluta mitificación de los acontecimientos históricos donde se busca la épica por encima de todo.

Los espartanos son aquí los más machos, los más listos, los más mejores de toda Grecia y sólo hay una cosa que tenga los huevos más gordos que ellos y son las propias espartanas. Y esto está bien. Yo al menos me lo paso bien en el juego que propone Frank Miller en su cómic y luego Zack Snyder decide llevar al extremo en su película. En la cinta de los guerreros griegos todo es extremo, desde las interpretaciones a la fotografía o los diálogos. Y todo mola mucho. Se han dejado pulsado el botón de la molonidad y la alucinancia.

Yo 300 la veo por la trama…

Testosterona en taparrabos.

Lo que si es cierto, es que pese a que la peli es muy disfrutable (estéticamente ha envejecido regular y se le nota un poco el cartón). Supuso el principio del fin para diversas cosas. La primera de ellas fue la carrera del propio Zack Snyder; que venía de marcarse un películón con su remake del Amanecer de los Muertos y ya después de 300 caería en una espiral (no de uso de cámaras lentas, donde sigue siendo el King) de una supuesta «madurez» narrativa equivalente a la de un adolescente enfadado con la vida donde todo en sus películas es extremadamente maniqueo, oscuro, amargado, y pincha y araña y corta…

También forma parte de esa tanda de películas de los años 2000 en los que el cine digital estaba naciendo y era el juguete nuevo. Y como tal se usaba sin ningún tipo de mesura, ni intención narrativa. Famosa es la misma piedra en la que está rodada prácticamente toda la película con fondo azul para ir cambiando de localización. Y aunque en el momento dotó a la cinta de una cualidad pictorica muy singular y que la acercaba parcialmente al cómic, es aquí donde digo que no acaba de aguantar estoicamente el paso del tiempo. Y desgraciadamente todavía estamos pagando el precio de marketing negativo que junto a otras como The Matrix o La Amenaza Fantasma le hicieron al mundo de los efectos visuales.

Aún así, de verdad que me sorprende lo disfrutable que resulta la película aún a día de hoy. Algo que me temo que no sucede con su secuela (300: El Origen de un Imperio) y eso que cuenta con Eva Green como mala, mala de la película. Tampoco es una obra que te cambia, la vida (como mucho, si estás en ese rollo, y andas dudos, lo mismo te descubre el amor por el cuerpo humano masculino), pero como espectaculo palomitero cumple con creces (de esos que los gafapastas denominan como «olvidable» y que «no deja poso»). Y al final eso cuenta más que una posible precisión histórica que solo un estúpido (de estos está el mundo lleno) le pediría a una película rodada en torno a la misma piedra de (la casualidad) cartón piedra.

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