Siendo mi género cinematográfico predilecto, el de terror es a la vez el que menos consumo. No es por nada en particular. Pero tiene una característica que hace que a mejores películas salen, más daño se hace a sí mismo, como un Pokémon confundido. Me explico. Consumir mucha comedia, no te hace inmune a seguir riéndote con nuevas películas de comedia. O mucho drama. No por haber llorado más, cada vez encuentras más difícil derramar lágrimas de nuevo.
Sin embargo, el cine de terror si que te dificulta asustarte a más películas (sobre todo si son buenas) consumes. No hablo de la calidad de las mismas. He presenciado películas de terror verdaderamente magistrales en las que no he conseguido que se me erice ni siquiera un pelo de la nariz (que son de los más finitos que tengo en el cuerpo). No. Hablo de que a más trucos te conoces, más difícil resulta que te pillen por sorpresa, y a más te hueles la tostada, más te cuesta mantener la tensión. Por eso valoro muchísimo aquellas películas del género que consiguen esa reacción cada vez más extraña en mi mente.
Todo esto no importa si ves la película en contacto con mi mujer. Tiene ese pequeño superpoder que es el de olvidar cualquier película a las 24 horas de haberla visto. Y eso, amigos, en el cine de terror es oro puro. Ella puede volver a asustarse volviendo a ver una cinta por la que ya haya pasado cuarenta veces. Y lo mejor de todo, es que tiene esa capacidad de sobresaltarse de semejante manera, que te hace partícipe a ti de la experiencia. Es como ver un cine de estos 4DX o como se llamen que te echan agua y los asientos se mueven.

La niña mecánica (que no la cabra).
Todo esto como digo, es un plus. Porque Frágiles es una cinta de Balagueró. Y Balagueró es de esos directores que entienden a la perfección los mecanismos del cine de terror. Con sus películas, puedes saberte a la perfección donde va a caer cada susto, detrás de que puerta está el sobresalto de turno. Y aun así, ver toda la película encogido y con el culillo apretado. Son muchas las herramientas de las que se sirve para conseguirlo, pero creo que podemos destacar al menos un par como son la puesta en escena y el guion, no tanto en el sentido de historia narrada, como de herramienta estructural para generar tensión. Sin caer en la genialidad sus premisas también son de lo más atractivo.
Historia de fantasmas. Hospital abandonado. Niños. Turno de noche. Huesos rotos… No necesito nada para que esa sensación que cuando crezca se convertirá en un escalofrío, empiece a formarse en la base de tu espina dorsal. Ahora cogemos esa premisa, y la adornamos como sólo el sabe hacerlo. El hospital da miedo por si solo en sus momentos más luminosos. Pero cuando tiene que ser turbio, el diseño de producción brilla (¿u oscurece?) con una intensidad propia solo del cine de Balagueró. Lo mismo sucede con el fantasma, podría dar miedo ya con el simple hecho de estar ahí, pero el recurrir a determinados elementos estéticos le da aún si cabe mayor fuerza (eso si, al final como siempre sucede, a más lo enseñas, menos poder tiene sobre tu miedo).
Y es que creo que en el cine de terror, sobre todo en las historias de fantasmas; intuir da mucho más miedo que ver. Cuando ves algo recibes (o no) un gran susto. Pero será el último. De ahí tus emociones podrán pasar al asco o (el director no lo quiera) incluso a la comedia (si se recurre demasiado a enseñar lo que debería estar en penumbra, el rechazo es tal que el espectador tiende a caer en la burla). Es verdad que en su recta final Frágiles cae un poco en ese error, cuando además, no le es necesario para nada. No sabría decir si el misterio a resolver está bien hilado porque me se la sorpresa desde hace muchos años. Pero de nuevo a mi señora le pilló con la guardia baja (recordemos que es como si la viera por primera vez aunque ya lleve al menos dos o tres).

El fin de la Fantastic Factory.
No tengo mucho más que decir de la película. Es una cinta de terror. He alabado lo que está bien. Lo que no. Bueno, algunos clichés típicos del género que tampoco me preocupan en demasía. Las interpretaciones correctas, pero es que tampoco había nada mejor con lo que trabajar (ahora ahondaré en esto). Si eres amante del género, creo que es una película por la que no pasan los años (y ha sido la que me ha descubierto que se pueden ver DVDs en tu tele 4K y no se muere nadie ni se disfruta menos la película por ello).
Sin embargo, me gustaría cerrar (como hizo esta película con una cosa llamada Fantastic Factory) con un poquito de historia. A inicios de los 2000 se pensó una forma de revitalizar el género de terror en España (sobre todo eso tan bonito que se conoce como serie B) de la mano de Filmax. La idea era inyectar algo más de dinero del habitual en producciones que además se realizaran con reparto internacional y rodadas en inglés. Algo que teóricamente facilitaría su promoción allende de nuestras fronteras. La cosa no funcionó y en unos cinco años pudimos disfrutar de apenas una decena de películas siendo Frágiles la última de ellas.
No está de más comentarlo porque precisamente por ser la última Fantastic Factory ya estaba prácticamente desmantelada y casi no se usó la marca en la promoción y exhibición de la película. Algo que se descubrió como acertado, ya que el tono de Fragiles es bastante más serio y alejado de ese rollito de serie B que tenían sus compañeras de proyecto (curiosamente Darkness también de Balagueró es la otra que también podría pasar como cine de terror de «serie A»). Han pasado 20 años desde que la vida nos trajo Frágiles a nuestras pantallas y debo decir que la película sigue aguantando el tipo como una campeona. Que este que les escribe tenga debilidad por la obra del director barcelonés, les aseguro que no tiene nada que ver…




