Si uno lee la sinopsis de la novela (más arriba), podría estar ante el resumen de este libro, o el de cualquier otro de Alien. Yendo un pasito más lejos, podemos afirmar sin miedo que sería un texto que valdría para resumir un buen número de libros de ciencia-ficción o terror espacial. Es lo que tiene la literatura al peso, y es lo que la hace tan divertida. No creo que nadie se siente delante de una novela derivada de Star Wars, Warhammer, o cualquier otra franquicia esperando un reto como el de Crimen y Castigo. Todos sabemos que estamos aquí por el logo de la portada. Y eso es la felicidad.

Hace poco hablaba con un buen amigo sin era mejor parar las cosas a tiempo o dejar el grifo abierto independientemente de la cantidad de mierda que salga por él. No creo que haya una respuesta correcta ante esta diatriba, salvo la que suelo dar en muchas ocasiones: es importante ser autoconsciente. Si por exprimir al máximo algo maravilloso, el mercado se satura de cientos de productos derivados, uno debería tener bastante claro, aún sin leerlos, que la excelencia no va a brillar por sistema. Pero uno debe tener cristalino que el objetivo de toda esa mercadotecnia que nos hace tan felices, no quiere contentarnos, quiere nuestro dinero.

Pero eso no quita, que por tratarse de trabajos alimenticios, aquellos que los llevan a cabo no les pongan su corazoncito. No los hace menos meritorios, no se merecen nuestro desprecio. Son lo que son y cumplen una función muy importante (además de la de arramblar con tu cartera) que es la de mantener vivas nuestras ilusiones. Y a veces, sin esperarlo, dentro de ese trabajo de subsistencia, llega alguien con verdadero talento, aquellos que le podrían cortar las alas están a otras cosas y se genera un poco de magia arcana que nos trae alguna joyita que de haber dejado el grifo cerrado y secándose, no habría podido ver la luz.

Recordemos que es lícito querer divertirse.

Basta ya de justificaciones de elevada moral. ¿Te gusta Alien? ¿Te gusta leer? Toma ninio, una novela de Aliens, masibon no queda. Cierra al salir. Y ya esta, a disfrutar. No tienes que reformular tu percepción de la existencia cada vez que consumes un producto de ocio. Aliens: Infiltrator tiene todo lo que echaría para atrás a un crítico literario. No sólo es un producto derivado de una franquicia cinematográfica. Es que encima es una precuela. Y encima hace de prólogo a un videojuego (es que me conozco a más de uno estirándose la cara con las manos para abajo hasta que los ojos se les salgan de las cuencas).

Y, ¿sabes qué, José Luis? Que no se como será el videojuego (en nada me pongo), pero la novela me ha dado cuatro o cinco noches muy divertidas. Sin mas. Sin pretensiones. Sin complicaciones. Científicos experimentando con cosas que sabes que les van a estallar en la cara desde el minuto uno. Agentes corporativos que parece que cobran por desmontar proyectos a base de mala gestión. Un entorno tan hostil que no dejas de pensar todo el rato, ¿no habría otro sitio mejor donde montar la startup esta de muerte y destrucción? Marines que no controlan su alcoholismo pero que llevan el coraje diluido en las venas. Nada es nuevo, ni siquiera el bicho nuevo de turno.

Pero todo eso da igual. Porque estas en un sitio que ya conoces. Y es un sitio en el que estás bien. Y si no lo estás, ¿Qué narices haces aquí? Vete a la librería, mira un poco lo que te hace feliz, y cógete un libro de estos de mierda de lo que a ti te ponga berraco. Disfrútalo lo que te dure, y luego olvídalo, que si todo dejara poso nos saldría la mierda por las orejas. Y encima hoy contamos con el extra, de que cuando empiece a jugar al videojuego, estoy convencido que más de una vez haré como DiCaprio en el meme del sofá y empezaré a mirar rincones reconociendo localizaciones o consecuencias de eventos de la novela. No es excelso. Es divertido. Y sólo por eso ya merece la pena estar vivo y dejar el grifo abierto y que salga toda la mierda que tenga que salir…

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