A veces ocurre. Te pegas una temporada de no parar. Parece que estás en la rueda de hamster sin salir de un bucle desde ya no sabes cuanto tiempo. Y de repente algo sucede. Un día duermes más. Ves algo más la tele. Y te terminas de golpe un par de series y otro de videojuegos. Y lo que es mejor todavía. Te das cuenta de que todo lo que te has estado metiendo entre nalga y nalga, ha sido maravilloso. Y te das cuenta que has podido soportar tanto tiempo en la rueda, gracias a esas pequeñas obras lúdicas que te han mantenido cuerdo todo este tiempo.
En mi caso se han juntado la finalización de este Aliens: Dark Descent, la preciosísima serie Leviathan y el redondísimo Donkey Kong: Bananza. Próximamente llegaran sendas reflexiones, pero hoy es el día de Dark Descent. Y madre mía, que día. Si ya desde su tutorial hace unas 45 horas de juego me parecía algo imprescindible para los fans del xenomorfo (en particular para los amantes de Aliens de Cameron) cada nueva misión, cada nueva decisión, cada pequeño respiro en una habitación con las puertas selladas con soldador no han hecho más que acrecentar esa sensación.
Aliens: Dark Descent es una suerte de XCom ambientado en la franquicia de la bestia espacial. Aunque esto es una comparativa muy pobre, ya que precisamente lo que convierte a XCom en lo que es, son sus combates por turnos. Cosa inexistente en este título. Realmente se trata de un juego de estrategia en tiempo real donde manejas una escuadra de marines mientras intentas escapar con vida de una luna cada vez más sobrepasada por la infestación xenomorfa no sólo teniendo que hacer frente a las criaturas, si no también a fanáticos de un culto y fuerzas de elite de Weyland-Yutani.

Game over, man… ¡Game over!
Yo he jugado a Aliens: Dark Descent en su versión para PS5, y me he encontrado con algunos bugs menores que me han entorpecido un poquito la experiencia de juego. Pero ya sabéis, por quitarnos la mierda primero y que esto vaya para arriba. Problemas en la selección de menús entre partidas. Algún fallito visual. Nada demasiado grave, pero si lo suficiente para ser molesto. Llama mucho la atención, puesto que son bastante obvios, y el juego precisamente no acaba de salir, por lo que era de esperar que hubieran sido parcheados en este tiempo. Al final, estos juegos que son muy buenos, pero están ambientados en franquicias tienen menos tirón del que nos gustaría, y es más que probable que la desarrolladora haya optado por no tocarlo mas al no salir a cuenta económicamente la mejora.
Visualmente tampoco es nada del otro jueves. Cuando todo está en pequeñito en el mapa cumple a la perfección visualmente. Pero en las cinemáticas se empieza a notar el cartón. Especialmente con las animaciones faciales de los personajes humanos, que pueden llegar a dar bastante grimita. Pero como digo, son cuestiones bastante menores ya que Aliens: Dark Descent brilla como un sol fulgurante donde tiene que hacerlo: en su jugabilidad y en su historia/ambientación. Desde el propio tutorial, tú como jugador tienes la sensación de estar dentro de una película más de la saga; aunque ahora, cada decisión que tomes, tiene un precio. Esto eleva la tensión a cotas donde el cine no puede llegar. Haciendo que cada misión, que cada regreso a la base, sea una victoria mucho más relevante que si nos limitáramos a ver la aventura en manos de otros.
Cada marine que ves caer al suelo es un dolor en el pecho, sabiendo que aunque se trate de una cara anónima, has perdido una experiencia de combate valiosísima. Cada xenomorfo con el que te cruzas te hace contener la respiración, a ver si consigues que pase de largo sin reparar en tus hombres y mujeres. Cada puerta que abres, la abres con un sudor frío recorriéndote la espalda, pues tienes las mismas probabilidades de encontrar una enfermería o un depósito de municiones, que una docena de huevos que se abrirán en cuanto entres por la puerta. Cada vez que eres detectado, todo se convierte en una carrera por encontrar la mejor posición en la que defenderte de un enemigo que parece no tener fin.

No tenéis ninguna posibilidad… pero contáis con mi simpatía.
Podría llevarme horas escribiendo sobre qué mecánicas particulares convierten a Aliens: Dark Descent en una experiencia sobre la franquicia particularmente fiel. Pero como no somos una revista de videojuegos, prefiero hacer mejor un picadito de impresiones que estoy seguro que el paladar educado sabrá apreciar. El tener que explorar las habitaciones manualmente con la linterna para descubrir puntos de interés que explorar. El uso de los rastreadores de movimiento, totalmente fundamentales para movernos con relativa seguridad por los escenarios. El emplazamiento de torretas automáticas que nos cubran, o las habilidades de los marines como el uso de escopetas, fuego de supresión, lanzamiento de bengalas, colocación de minas… Todo grita Alien a pleno pulmón.
Cada marine que muera, lo hará de forma irremediable. En sus últimos estertores podrás salvarlo si tienes suerte y llevas un médico en el equipo. O si solo ha quedado incapacitado y consigues arrastrarlo hasta el APC. Los putos facehuggers siguen siendo la criatura más letal de todas. Numerosos, rápidos y pequeños. Y si te tocan estás muerto. Aunque siempre puedes desarrollar un extractor de embriones que te salve el día en el último momento. La única forma de guardar y dar un respiro a tus muchachos, es encontrar una sala sin conductos de ventilación y atrincherarte en su interior. Pero sellarla cuesta herramientas, y las necesitarás para mil cosas más como reparar o mejorar tus torretas, desbloquear el mapa de la zona o abrir determinadas puertas si tus marines tienen la habilidad correcta.
Y el regreso a la base no supone la suspensión temporal de tus problemas. Entre misión y misión tendrás que gestionar la enfermería, fabricar nuevo equipo, entrenar a tus marines o hacer que vayan a terapia para superar el infierno en el que se encuentran. Tendrán lugar eventos donde mantener la moral elevada será fundamental y gestionar los pocos recursos que te quedan una necesidad. Rescatar civiles es moralmente correcto y te puede aportar mano de obra valiosa, pero también hacerte blanco de sabotajes o traiciones corporativas. Y me dejo muchas cosas más en el tintero. Aliens: Dark Descent es un gran juego. Pero tiene el valor añadido de que la franquicia en la que se basa, le sienta como un guante. Y eso, eso es valor añadido.




