Una tontería. Un detallito sin importancia. Que yo entiendo que hay que vender todo lo posible. Que hacer una obra cuesta dinero, y que dentro de cada frontera las sensibilidades son muy diferentes. Mi empatía va aún más lejos, siendo capaz de asumir, que traducir algo, siendo fiel a la intención original y llegando a lectores de otras lenguas es algo harto complicado. Pero a veces me cuesta entender decisiones creativas (porque al final es lo que son) que son tremendamente triviales y aún así, en el fondo no lo son realmente tanto.
‘Salem’s Lot (nótese que cuando aprecio que una traducción de un título se toma alguna libertad de cualquier tipo, me refiero a él con su versión original), se denominó en España como un título más largo y a priori de modificación inocua como El Misterio de Salem’s Lot. Bueno, todos sabemos que hemos visto cosas peores. Y probablemente muchos pensarán que me la estoy cogiendo con papel de fumar. Sin embargo, no se que misterio había que resolver en el pueblo de Jerusalem’s Lot cuando desde el primer instante en el que se plantea la posibilidad de que haya vampiros en la localidad, todos se ponen Van Helsings perdidos.
El problema llega unas páginas después. La novela, está estructurada desde diversos puntos de vista con narrador omnisciente. Tenemos a Ben Mears, el primer protagonista de una larga tradición de protagonistas escritores en la obra de King. Tenemos a Susan Norton, la coprotagonista femenina e interés amoroso de Ben. Y así sucesivamente con otros personajes que habitan el villorrio. Pero uno de los protagonistas, de los que encabezan algunos capítulos, es el propio pueblo. Que en su versión original pasa de Jerusalem’s Lot (el solar de Jerusalem), a ‘Salem’s Lot, a directamente Lot (tupperware). Así es como se refieren cariñosamente a los habitantes a su lugar de residencia, y así se nos refieren a él en numerosas ocasiones. Y mientras que en todo momento se decide no traducir el nombre del pueblo, en su versión acortada si que la traductora opta por referirse a él como Solar, generando una nota discordante en un ejercicio de empatación sonora generado por el autor en su texto en inglés. Nada grave como digo, pero imaginaros en una sinfonía que la flauta dulce siempre diera sus notas un tono por encima del resto.
Vanpiro Esiten…
‘Salem’s Lot es una historia de vampiros clásica. Cuando digo clásica me refiero a que tenemos a aquellos chupasangre que hace mucho que no vemos que aborrecían las cruces y el ajo. Que con un simple ñasco convertían a otros en criaturas de la noche. Que dormían en sótanos mugrientos dentro de cajas de madera o en cualquier pieza de mobiliario oportuna. Que flotaban en el aire y se convertían en niebla. Esos vampiros que, al igual que sus primos zombis, con el tiempo pasaron a tratarse más como infecciones víricas que como seres sobrenaturales. Ya hablábamos hace poco del posmodernismo y su cinismo…
Salem’s Lot resulta una novela entretenida. Magníficamente escrita, como casi todo lo de Stephen King, siendo relevante recordar, que se trata de su segunda obra larga después de Carrie. Y que no deja de resultar más meritorio cómo está redactada, y lo personal que resulta la voz del autor, cuando prácticamente estaba empezando su carrera. Se puede leer una novela de Stephen King sin saber que es de él, y reconocer inmediatamente su estilo. A la vez sin embargo, creo poder afirmar, que probablemente Carrie haya aguantado algo mejor el paso del tiempo.
Mientras en la novela de la telequinética adolescente se trataban temas más universales como la religión, el bullying o los problemas de identidad por el que pasa cualquier adolescente. En ‘Salem’s Lot no tenemos una segunda lectura tan profunda, al menos no de forma tan evidente. Sí que podemos encontrar alguna crítica a ese estilo de vida de la América rural. Enraizada en el famoso sueño americano, sólo para descubrir que los frutos de dicha plantación no son si no manzanas podridas. Pero ni vertebra la obra ni está planteado de manera sutil ni con idea de remover nada. Es un elemento más para adornar una historia de vampiros típica.
Por favor, muerda aquí…
Un pequeño pueblecito de Nueva Inglaterra. Lo suficientemente conectado con el resto del condado para tener una población en números relevantes; pero lo suficientemente aislado para que su desaparición pase temporalmente desapercibida. Una casa encantada de las de toda la vida, donde sucedieron hechos inenarrables y que sirve de hogar al vampiro que ha venido a montar un bufé libre en la zona. Un grupo variopinto (escritor, ilustradora, profesor, estudiante, médico, cura) que no necesitan ni media vuelta para convencerse de que la ficción forma parte de la realidad y que recuerdan enormemente a el grupo de cazadores que se forma en los compases finales de Drácula de Bram Stoker.
Y pese a todo ese maniqueísmo. Un maniqueísmo, por otra parte, visto desde nuestros días, probablemente en 1975 no lo fuera tanto. Resulta una novela tremendamente entretenida de leer. Aunque algo más difícil de creer, repito, tratándose de los tiempos que corren. Los episodios en los que uno ve, como lentamente, la «infección» comienza a expandirse por el pueblo, sin que nadie sea consciente de nada (salvo los pocos elegidos previamente mencionados) y sin embargo, como una sensación de «estar cagado de miedo» se va extendiendo lentamente por todo Lot… Uno tiene la sensación de estar sobrevolando el pueblo en todo momento siendo testigo secreto de lo que sucede tras las paredes de los hogares.
Y al final, realmente, esas pequeñas libertades tomadas en la traducción (con mayor o menor acierto, pero siempre, entiendo, con buena voluntad) no tienen tanta importancia (aunque sirven para rellenar texto y que todos aprendamos un poquito más). Como no la tiene que personas racionales, con estudios y con la cabeza perfectamente amueblada, decidan tirarlo todo por la borda en lo que se toman un café y se animen a arrancar palos del suelo y correr al encuentro de lo fantástico que minutos antes habrían negado con vehemencia. Eso, y que hay que ver siempre lo rápido que se hace de noche en las historias de vampiros, da igual lo que madrugues…




