No se lo que pasa con Elio. No se lo que ha pasado con Elio. Y sinceramente, me importa bastante poco la historia que haya detrás del lanzamiento de Elio. He escuchado de todo. Que si la película más cara de PIXAR hasta la fecha. Que si volantazos de última hora tras los primeros visionados en pases de prueba. Reescrituras de guion. Personaje queer que ahora no lo es (o si, pero no se menciona, porque tampoco es algo que con 11 años lleves tatuado en la frente). Que. Me. Da. Absolutamente. Igual.

Ya sabéis que si la peli admite niños, ahí que me voy con la mayor todo lo raudo y veloz que la paternidad me lo permite. Y todos sabemos que es una velocidad, pues así como bastante lenta. Desde su estreno, hasta que hemos podido sentarnos en la butaca, pues han pasado días. Y demos gracias que hemos podido ir al cine, que ya me veía esperando al estreno en Disney+. Y para sorpresa de nadie. Bueno, José Luis, para ti si, que tu como siempre vas por el carril izquierdo aunque los tres de la derecha estén vacíos; nos ha gustado bastante, que digo bastante por no ser categórico, pero podría decir que mucho.

Leía en el New York Times (porque ahora con lo de las IAs, Gandolfita, la «estupidencia artifical» de mi navegador, pues me sale el New York Times; tu déjala, que ella me conoce), el maravilloso titular que rezaba así: «Elio, el mundo fantástico pero no tan arriesgado de PIXAR». Y mira, yo no se tu, pero a mi la paciencia con este tema ya se me anda agotando. Porque entre industria, medios de comunicación y consumidores; es como si siendo hombres heteros cis, nos metiéramos en una orgía solo con maromos.

Elio tiene un parche en el ojo para solo tener que verte la mitad del tiempo, José Luis…

Organización, coño, organización…

La gran falacia de este análisis. Porque esta noche tengo a mis padres en casa, y siendo cuatro para elegir la cena, la voy a tener que decidir yo porque no va a haber manera que nos pongamos de acuerdo en qué comer. No hablemos ya si, así como concepto: toda la humanidad; nos tenemos que cuadrar para tomar una decisión unánime en cuanto a qué hacer con el mundo de la cultura. Porque estamos en un círculo vicioso del que me da que no es nada sencillo salir.

Hacer una película vale un pastizal. Hasta las más baratitas. Así que no olvidemos que tu cuando pones tus ahorrillos en un filme, lo que buscas es, digo yo, que cuanto menos recuperar la inversión para poder hacer más, y si ya encima te llevas algo para la hucha, pues mejor que mejor. Y hablo con eufemismos no porque a Disney o Warner les falte comer arroz para llegar a fin de mes, si no porque es lo que TÚ harías con tu dinero si tuvieras suficiente para invertirlo en cine. TÚ que te bajas las películas pirata por no pagar una suscripción de streaming (que se están columpiando con los precios, José Luis, que si, que yo pienso lo mismo, que la metáfora va por otro lao, monta la ola, José Luis), que rascas hasta el último cupón del Burger King o si se te olvida algo sin pagar en la parte inferior del carro del supermercado no te das la vuelta para que te lo cobren. Pero oye, las películas las tienen que hacer a la carta para ti valga lo que valga.

De la prensa prefiero no hablar, porque todos tenemos que comer, y trabajar en prensa es precisamente eso: un trabajo. Y sin dinero y tal, que si los intereses creados, pero que oiga la integridad y que nadie piensa en los niños. Pero nosotros como espectadores cada vez nos cuidamos menos. Y ahí si que tenemos culpa todos y cada uno empezando por este que les escribe. Pero da igual. Porque está duro lo de mantener la cordura en estos días y cada uno se mantiene a flote como puede o como quiere y ya hemos acordado que no vamos a coordinarnos por «cosas». Pero lo que refleja el titular es la acumulación de ignorancia (por como funcionan las cosas), caprichos (por no aceptar que las cosas son como son y no como queremos) y falta de honestidad con nosotros mismos (porque nos olvidamos muy rápidamente de para qué nos sentamos a consumir una obra de ocio en cada momento).

No tengo pruebas, ni tampoco dudas, de que uno de estos es trans… Nos fumigan con gente trans…

¿Tú te lo has pasado bien? ¿Entonces de que pollas hablas?

El problema es que siempre tenemos que sentar cátedra. Pero incluso delante de tus amigos con los que te has bañado en pelotas en el río y te han visto el culo despellejado de ponerlo al sol. ¿A quién queremos engañar, aparte de a nosotros mismos?. Emperrados en poner etiquetas y soltar frases para el recuerdo, nos olvidamos de responder a preguntas más básicas y sencillas. Hombre. Es que yo con Elio no me he aburrido, no he dejado de mirar la pantalla y cuando me he dado cuenta la peli ya se había acabado. He estado distraído un par de horas (bonus track para mi que encima esas dos horas han sido agarrado a mi hija). Pero CLARO. Es que Elio no arriesga. Es que Superman y Los 4 Fantásticos y cito: «van dirigidas al público que van dirigidos». Espera que hay más: «son tan divertidas como olvidables». O la mejor: «es que (inserta LITERALMENTE el título de cualquier película) no me ha volado la cabeza, o no deja poso».

¿Qué cojones eres, una tetera, para que te tengan que dejar poso las cosas que te echas por lo alto? Ojo, que está bien cuando una obra te rompe la parte de tu cuerpo que tu prefieras que te rompa. Pero coño, ¿el 100% de las veces?. Claro que viendo Elio no he reflexionado como con Wall-E, Toy Story 4 (que cada vez que sacan una todos decimos que para qué, que no hay nada mas que contar, y todos volvemos con la boquita chica del cine)o Inside Out. Claro que no he llorado o se me han revuelto las tripas como con Up o Coco. O quizás no me lo he pasado tan bien como con Ratatouille, Monstruos S.A. o Buscando a Nemo. ¿Y qué? Todos los días que comes, ¿comes menú degustación de doscientos euros el cubierto?

Elio está entretenida. Es divertida. Tiene mucha personalidad. Y tiene mucho corazón. (Y tiene mucho down, woman del Callao). La trama quizás no es especialmente original, como les pasa a otros productos extremadamente divertidos como Avatar. Pero cuenta con la suficiente personalidad para tener su voz propia al contar nuevamente lo mismo. Los primeros cinco minutos no le llegan a la suela del zapato al arranque de Up. Pero, ¿qué necesidad de comparar? Al final se trata de un momento de infinita ternura con el que tanto niños como adultos podemos empatizar. Todos nos hemos sentido un poco como Elio en algún momento de nuestras vidas. Todos hemos pretendido fingir aquello que no somos para poder encajar en determinado grupo. Si quieres ir al cine a pasar un rato entretenido viendo algo fresco e interesante, con Elio (como siempre con PIXAR) tienes una apuesta segura. Si quieres llenarte de posos, pues o vas a ver otra cosa en esta ocasión, o échate agua caliente por lo alto y pásate por la cara una bolsita de Hornimans…

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