Tengo ya localizados en internet a un par de seres de luz ante los que me postro de rodillas en el suelo cuando vienen a recomendar según que productos. Personas de buen corazón, de mente empática y deseosos de incorporar a su familia personajes femeninos fuertes, carismáticos, pero sobre todo adorables. Juntos compartimos custodia de las Huntr/x, de Asa Asada pero sobre todo, de mi Mao Mao.

Mao Mao es una chica con una capacidad asombrosa para meterse en líos. Podría decirse que la pobre tiene muy mala suerte, a fin de cuentas, al inicio de la serie, es secuestrada y vendida al Palacio Imperial para trabajar de sirvienta. Pero es que la hija de la gran puta se lo busca a pulso. Su curiosidad innata hace que charco que ve, charco en el que se tira de boca. Sobre este pilar de mujer inteligente, con conocimientos poco habituales en las féminas de la época (y magistralmente justificados conforme avanza la trama, para que los señoros no se me preocupen por la verosimilitud de la obra), personalidad que tiene un dedito del pie metido el espectro autista y un corazón de oro; se asienta una de las series de procedimental detectivesco más interesantes de la última década.

Y que desgraciadamente pasará muy desapercibida para aquellos no aficionados a los dibujos animados orientales. Loh de loh chinoh, que me dicen mucho por aquí. Si esto fuera el último reclamo de Netflix o Amazon, tendríamos boticaria hasta en la sopa. Pero como viene de donde viene, pues de repente se convierte en algo mucho más de nicho. Pero para eso un servidor intenta realizar la labor de divulgación de darlas a conocer al publico más generalista.

De boticaria, a catadora imperial, si tan solo fuera capaz de pasar desapercibida…

¿Tendría un minuto para escuchar la palabra de nuestra boticaria Mao Mao?

Vamos de fuera a adentro, como en el Palacio Imperial. En primera instancia nos encontramos con una serie preciosa para el ojo humano. La elección de la paleta de colores en todo momento es sublime. Da igual lo que esté aconteciendo en pantalla, desde una escena humorística a un intento de asesinato. Solo en lo visual, Los Diarios de la Boticaria activan receptores sensoriales al color que no sabías que tenían. El diseño de personajes es tremendamente acertado. No sólo a nivel visual, donde de un vistazo reconoces a cualquier secundario y a donde pertenece a pesar de sus nombres enrevesados para el público occidental.

La música no sólo nos evoca una época muy lejana en el tiempo, a la vez que provoca frescura y modernidad, con algunos temas principales muy potentes y tarareables en la ducha. Y ya en la parte técnica contamos con una animación bastante cuidada, que funciona maravillosamente bien en todo momento independientemente de lo cerca o lejos que estemos de los personajes. En todo su envoltorio, Los Diarios de la Boticaria es un producto ejemplar y digno de ser imitado por todos.

Pero cuando entramos a rascar bajo la superficie, es cuando encontramos diamante debajo del brillante oro de la superficie. Y no es tanto a que nos encontremos con una historia de misterio extremadamente ingeniosa (que como veremos después, tiene bastante mérito lo que se está construyendo), como a que Los Diarios de la Boticaria es una serie de personajes, y gracias a la exquisita escritura de los mismos todo avanza a un ritmo vertiginoso y a la vez con muchísima lentitud, como su un torbellino de agua estuviera congelado en el tiempo con algún sortilegio arcano.

Por su forma de ser, Mao Mao no debería tener la capacidad que tiene de hacer aliados…

La mano de la gata en la rana de la luna.

Toma haiku. Y que manera tan bonita me ha quedado de describir cada episodio de la serie. Y es que a base de pequeños misterios, tan tontos como un supuesto fantasma en la ventana de un baño, una sirvienta desaparecida, una explosión de un almacén abandonado… Todos pequeños casos de la semana a los que Mao Mao correr como bodeguero tras conejo sin poder contener su curiosidad, para resolverlos magistralmente.

Esto hará que atraiga la atención de las personalidades de palacio (recordemos que estamos en una época en la que siendo mujer lo mejor era pasar lo más desapercibida posible si no ibas para concubina). Pero es que Mao Mao no puede evitarlo, y poco a poco atraerá la atención de Jinshi, el verdadero misterio de la serie (para Mao Mao, claro, porque la niña es muy lista para algunas cosas, pero para otras…) y la escala de los misterios irá en ascenso hasta las más altas esferas del Imperio. Y habrá alcahueteo, porque no nos engañemos, que aquí todos muy machos, pero nos ponemos tiernos a la primera que nos dejan (y si no, de verdad que deberíamos, el mundo sería un lugar más bonito).

Si te gusta el anime, ya es raro que no le hayas dado la oportunidad. Si no te atrae mucho, Los Diarios de la Boticaria ya es tu punto de entrada perfecto. Que House bien que te la zampabas, ¿eh, José Luis? Imagínate que es un CSI: China Imperial o algo así. Pero un poquito más woke, que eso siempre suma puntos. Y no te preocupes, que como en Las Vegas, hay casinos y furcias, bueno, pasa del casino…

Tendencias