226 AC – 322 AC

Este historiador, con su larga barba blanca y rostro amable, dedicó su vida a preservar los restos de la historia humana. Caminaba diariamente entre las colecciones que supervisaba: pasillos interminables que albergaban miles de artefactos y reliquias de tiempos pasados. A pesar de su avanzada edad, conservaba la sed de conocimiento y la curiosidad de sus primeros días, fascinado por todo lo que alguna vez había sido creado y moldeado en el mundo. Creía firmemente que si la humanidad aspiraba a permanecer unida, tenía que recordar su historia y tradiciones. Era la única forma de forjar una identidad colectiva y, por extensión, sostener una sociedad unida, solidaria e increíblemente resistente.

Nacido en el año 226 AC durante el reinado de Cecere Arundhani, Leo fue un niño caprichoso, que no dejaba de hacer preguntas, lo que divertía o exasperaba a sus padres. Sumamente interesado en la filosofía, la historia y cualquier tipo de ejercicio intelectual, no tardó en encaminarse hacia una vida académica. Estudió a los grandes teóricos asgarthanos, desde Aurica hasta Fenn, incluidos los escritos de El‑Amin. Su mente aguda le abrió las puertas del Monolito, y pasó muchos años trabajando dentro del Sanctum, absorbiendo todo el conocimiento atesorado en las polvorientas estanterías de la Biblioteca Ordis.

Pero la vida académica era solo una parte de sus actividades; dedicó la otra mitad de su existencia a grandes proyectos arqueológicos, explorando incansablemente la península asgarthana hasta sus últimos años, empujando a su envejecido cuerpo hasta el límite. Dedicado a excavar ruinas o desenterrar reliquias olvidadas, asumió numerosas responsabilidades, supervisando grandes equipos de excavadores, expertos, topógrafos y traductores. Muchos de sus descubrimientos llevan ahora su nombre. Aun cuando seguía emocionado por esas fantásticas expediciones, sabía que su salud en declive pronto le impediría emprender más viajes agotadores.

Sin embargo, en su naturaleza optimista, ya vislumbraba un nuevo camino igual de apasionante: transmitir su conocimiento a las nuevas generaciones. Dedicó el último tercio de su vida a la enseñanza, compartiendo su experiencia y moldeando las mentes de quienes lo seguirían, como una piedra de afilar cuchillos. Esto también encarnaba el ideal del Ordis, al que se mantuvo fiel: el relevo intergeneracional, conduciendo finalmente a la creación de una utopía fundada en la justicia y la igualdad, capaz de resistir las pruebas del tiempo.

Es casi curioso que Leocardius llegara a ser más conocido como rector del Sanctum que por sus anteriores proezas… pero en retrospectiva, su resurgimiento como Eidolon tenía todo el sentido. Dejó su huella en generaciones enteras por el conocimiento que conservó y cultivó, pero sobre todo por su inspiradora enseñanza. Esto impulsó a Odran ruun‑Hereen, su atento alumno durante muchos años, a convertirlo en uno de los personajes principales de sus Diálogos. También motivó a Nagi de Santis a esculpir su figura —El Vigilante Nocturno—, que puede admirarse en los Pabellones Emir Garfagnini, ya que él fue el único que la apoyó cuando todos los demás le dieron la espalda…

Y como ellos, numerosas figuras —entre ellas Basilei Geirr Aveskamp y Caetano Acciai— viajaron personalmente para rendirle homenaje cuando falleció tranquilamente en su lecho en 322 AC. El único pesar que confesó antes de cerrar los ojos para siempre fue no poder emprender un último viaje, para excavar nuevas reliquias y secretos, para aprender más acerca del mundo… Pero ahora, siendo el Oneiros en que se ha convertido, finalmente tiene la oportunidad de volver a hacerlo.

Y este es precisamente el don que Waru desea ofrecerle. Durante su juventud, el Alterer se mostró apasionado por los escritos y descubrimientos de Leo: el Tratado sobre el Mundo Vestigial, el Atlas Mundum Absconditum… tanto que su propio camino académico comenzó a alinearse con estos temas arqueológicos. Planea confiar plenamente en la presencia del Eidolon a su lado para examinar a fondo las reliquias que hallaron en Caer Oorun, que tienen al menos 277 años. ¿Qué secretos y recuerdos olvidados podrían desenterrar también en la Ciudad de los Eruditos? Y, por supuesto, esos solo serán aperitivos en comparación con lo que descubrirán más adentro de la Terra Incognita.

Este es un relato traducido de la web oficial de Altered TCG. Podéis encontrar el original en el siguiente enlace: https://www.altered.gg/news/leocardius-sree

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