Hola, ¿Qué tal? Que sepáis que el blog no tiene activados los comentarios porque sabíamos que este día iba a llegar. Una de esas conversaciones que no estáis preparados para tener. Así que vamos a soltar las perlitas, y ya pasamos a otras cosas con las que estéis más cómodos. Me encanta Dragon Ball Z; como a cualquier hijo de vecino que fagocitara el anime en su momento. Pero seamos sinceros. La serie original, Dragon Ball a secas. La del Goku «shico» que va por ahí sin saber por donde le sopla el aire. Esa etapa (donde algunos consideramos que tendría que haber acabado todo) se mea en todo lo que vino después.
No pasa nada, coge aire, asume el golpe. Asume la contundente verdad de lo que se está dejando claro aquí hoy. Si quieres, para hacerlo más llevadero, podemos ir a ver un poco de Dragon Ball Z, que igualmente merece mucho la pena. La otra gran verdad va a doler a viejos y jóvenes por igual. Mientras que grandes series shonen como Bleach, Naruto y sobre todo la incombustible One Piece no tienen nada que envidiar a las aventuras de Goku y sus amigos. Se me antoja necesario inclinar con respeto la cabeza ante Toriyama y su obra magna por abrir camino a todos estos otros contendientes que le deben mucho más de lo que puede parecer a simple vista.
Por último, unas cosillas sin importancia, aunque el anime está bien y suena «pew, pew» cuando tiran los «kamehames», haceros un favor y acudid al manga si tenéis la ocasión. El trabajo de Toriyama es de lo mejor que se ha publicado jamás en papel, y os merecéis disfrutar el material original. Y por eso estoy aprovechando la publicación de esta nueva edición Legend para volver a comprar y releer la serie. No porque realmente sea «la forma más fiel a la publicación original», que le faltan bastantes detalles para que esto sea una verdad y no un eslogan de marketing. Es que se trata de una forma cojonuda de disfrutar la serie, y su precio no es tan elevado como lo pintan más allá de que toca pillarla en packs y no por tomos sueltos.

La Weekly Shônen Jump en tu casa…
Vamos rapidito con la edición, que es de recibo mencionarla, pero tampoco quiero que nos robe demasiado espacio. A pesar de ser tomos que imitan el formato revista japonés, la calidad del papel de la misma está lo suficientemente bien para que sea una edición duradera en el tiempo si la cuidas un poco. Los diferentes arcos argumentales están divididos en lomos de colores (los de torneos de artes marciales, son amarillos, los dos de la Red Ribbon, pos coloraos, como van a ser, los de Freezer moraditos, etc.). De un primer vistazo, lo que a priori parece una horterada, realmente obedece a una clasificación bien pensada y permite revisitar la etapa que más nos apetezca de un golpe de vista.
El tamaño. Madre mía el tamaño. Y mira que aquí Dragon Ball se publicaba en grapa. Pero el papel offset y el tamaño de la edición hace que el dibujo de Toriyama luzca como nunca. Tanto las páginas en blanco y negro como las bitono. Las páginas a color con papel estucado si que cuentan con una imagen un poco menos nítida que además contrasta con unos bocadillos con una fuente de letra completamente impoluta realizada en nuestros días. Pero todo eso da igual cuando te encuentras el poster desplegable o las portadillas originales o algunos de los extras de la revista.
Es verdad, que estamos hablando de material de 1984. Y que quizás, si en 2025 no lo habéis leído aún, o sólo conocéis la etapa de Dragon Ball Z, el coche con esta etapa, mucho más centrada en la aventura y el humor (humor completamente obsoleto, mejor que lo tengáis claro cuanto antes, aunque probablemente por nostalgia, a mi se me haya escapado algún jajá con alguna cosita moralmente incorrecta o directamente denunciable en nuestros tiempos). Lo que en su momento eran personajes «verdes» o guarros, a día de hoy tendrían probablemente pena de cárcel. Y el tratamiento del personaje de Bulma, menor y casquivana, a buen seguro le habría costado un disgusto a Toriyama en la actualidad. Pero por desactualizada la obra no deja de ser igual de buena.

Aquí empieza el manga más popular de todos los tiempos.
Hagamos memoria. Goku vive felizmente en su casita en el campo cuando de repente conoce a Bulma (casquivana que es la hija de puta para lo chica que es). Esta le enredará para que le acompañe en busca de las Bolas de Dragón para pedir un novio guapo como deseo cuando las reúnan todas. Esto les llevará a recorrer el mundo viviendo aventuras y conociendo a multitud de personajes que se incorporarán a la serie ya para siempre (aunque muchos no sean capaces de mantener el ritmo de combates del futuro).
Aquí todavía no hay grandes peleas, ni villanos terroríficos que amenazan con destruir el universo. Todo es más inocente (demasiado) y centrado en la aventura y la imaginación. Un cambia formas que secuestra jovencitas del pueblo para llevárselas a su castillo (reprobable, sin duda, pero muy medieval también si nos paramos a pensarlo). Una banda de matones cuyo líder te convierte en zanahoria si lo tocas. Un castillo en llamas imposibles de apagar. Una nube mágica que sólo permite subir en ella a los puros de corazón. Monstruos que aparecen las noches de luna llena y arrasan con todo. Viejos verdes despistados que ocultan una gran fuerza interior.
Si al terminar este primer volumen no has quedado enamorado de todos y cada uno de los personajes que pueblan el arranque de Dragon Ball (incluso los más reprobables); probablemente sea síntoma de que estás muerto por dentro. Y mira que sabéis que no me gusta ser categórico en mis análisis. Pero pocas obras me parece que tienen la calidad de esta serie (y no me refiero a calidad de alta cultura, de decirlo con el meñique levantado). La edición merece muchísimo la pena, pero independientemente de ello, deberíais leer Dragon Ball y aunque lo que buscáis vendrá más adelante, no deberíais pasar por alto sus orígenes, que a la vez son lo mejor que ha parido el maestro Toriyama en toda su carrera.





