¡Hola, que tal! Ya se, José Luis, que me vas a decir lo de siempre. Es que no es Predator es Depredador y toda la saga se resume en el plano de los dos brazacos sudorosos de los Machos MacMachos de la primera película. Y que Prey era woke, porque ella no debería poder con el señor de las rastas porque no tiene entrenamiento militar y noequé. Y, ¿sabes qué, José Luis? Que tu eres el Killer of Killers, que nadie te lo discuta nunca.

Vamos a ver si hoy conseguimos afinar el tiro. Porque una cosa estaba clara, y es que la franquicia Predator estaba bastante en la mierda. Con una primera entrega redondísima (como siempre, gracias a su originalidad en el momento y a su simplicidad). Una secuela, que ya no sorprendía tanto, pero que hacía bien los deberes, muy hija de su momento, pero que va de un bicho que mata porque se aburre en casa, tampoco le puedes pedir más.

Entonces ya empezamos con los experimentos con gaseosa. Porque Predator va de TESTOSTERONA, así que mucha testosterona y muy testosterona. Y por supuesto Adrien Brody, héroe de acción, que esto la gente lo va a comprar muy fuerte. Todos intentamos no recordar el desastre que fue Predators a pesar de que tenía alguna idea interesante que después repasaremos. Luego la vida se abrió camino y vino la testosterona con sentimientos, que fue ese desproposito de The Predator, porque cuando queremos reiniciar algo sin atrevernos a mirar mal a la obra referente. Complejos y tal. Por no hablar de los cómics y novelas, que todavía no saben por donde les daba el aire.

Cada Predator tendrá sus propias características, adecuadas para la tarea autoimpuesta…

Tu mata que nosotras limpiamos la sangre.

Y llega una maravilla como Prey. Te pique lo que te pique, José Luis. Una cinta consciente del patio en el que juega y de cual es el juego que se juega. Que tiene claro hasta donde da el material con el que trabaja, y que en lugar de realizar experimentos con gaseosa, opta por destilar la esencia más pura de aquello que pone a hervir, y sin reinventar nada, ofrecer algo completamente fresco. Y aprovecha para dejar un huequito para la reflexión y la evolución personal del ser humano como especie. Porque oye, alienígenas invisibles si, pero mujeres empoderadas en 1719 no, que clase de ciencia-ficción increíble es esta.

Ostras, ya ando enfadado, ¿eh? Y esta reseña iba a ir por la vía de los jajás. Vamos a ver: Predator: Killer of Killers (en español Cazador de asesinos, porque claramente «killer» es cazador y «»killers» cambia radicalmente si significado a asesinos, es que mira, yo ya no puedo mas con estas cosas, que luego que si soy pedante porque digo Knives Out y no Entre navajas y secretos). Pues eso, que Depredator: Pescador de gente mala coge un poco el enfoque de lo ofrecido en Prey le da la vueltecita de tuerca justita para no volver a contar la misma película, y nos ofrece algo fresquito para disfrutar ahora en el veranito.

No, queridos amigos, simular la estética stop motion no funciona siempre. Está muy bien porque la intención artística y noequé. Pero recordemos que en su momento era una limitación técnica más que otra cosa, así que en pleno 2025, dar ese paso atrás de forma intencionada, tiene que estár muy justificado estéticamente. Creo que en este caso le sienta como a un Cristo, dos pistolas, pero por lo demás, la película está bien chingona. Y hace que vaya con muchísimas esperanzas de cara a la futura Predator: Badlands que se estrenará en cines más adelante.

Recordemos que si sangra, se le puede matar…

Esto que están una noruega, un chino y un mexicano…

Predator: Killer of Killers es una película de animación antológica. Nos ofrece tres historias que luego acabarán con un nexo de unión común. Una valkiria de los mares del norte en busca de venganza (esta si, ¿eh? Esta no chirría porque «vikingos», pero la «mapuche» de la otra vez no puede ser…). Un ninja japonés (oh, sorpresa) en busca de venganza también. Y un soldado americano (de ascendencia latina, no vayamos a quedarnos 15 minutos sin que José Luis se ofenda) que se hace el tonto para despistar y que luego es James Bond con bigotillo.

Las tres historias están muy bien, ambientadas (siguiendo la estela de Prey) en diferentes épocas del pasado de la humanidad y ofreciendo a tres Predators muy diferentes que amenazan las vidas de los guerreros. No nos engañemos, aquí no da tiempo ni hay ganas de calar ningún mensaje. Las tres historias son tres excusas para enfrentar a guerreros menos tecnológicamente evolucionados que sus cazadores y que tengan que utilizar el ingenio, el trabajo en equipo o la pericia en combate para acabar con ellos. Mientras de paso, vemos nuevos juguetes y gadgets de los rastafaris violentos.

La cuarta historia se utiliza para responder una pregunta que andaba un poco en el aire desde hace tiempo: ¿Qué sucede con los vencedores que acaban con la vida de un Predator?. Recordemos que Predators ya planteaba la situación de cotos de caza privados donde llevar a presas especialmente eficaces para hacer la persecución más divertida. Sin entrar mucho en detalles, puedo decir que la resolución es muy satisfactoria, y enlaza maravillosamente bien con todo lo contado en Prey, en los comics actuales y posiblemente tenga conexiones con la futura Badlands. Así que si os mola Predator y no sois José Luis, dadle un tiento que os alegrará la tarde.

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