Desde que Dragon Ball se estrenara en los 90 en nuestro país, hay que saber ver que el manga no ha dado ni siquiera un pasito atrás. Muchos señoros mayores se empeñan en discutir cual es la puerta de entrada para que los jóvenes se acerquen al mundo de la historieta. Se habla de formatos, de precios, de continuidades y mil zarandajas que únicamente obedecen a una resistencia fuerte a asumir que loh de loh chinoh tiene más tirón que sus superhéroes de toda la vida, José Luis.
Pero no hemos venido a hablar de mercado. Hemos venido a hablar de Naoki Urasawa (bueno, aquí se va a hablar de Asa Asada, pero para hablar de ella tenemos que hablar de su creador). Si has visto alguna vez una página en blanco y negro, de las que se leen de derecha a izquierda y no como las personas cristianas de bien, seguramente en algún momento haya pasado por delante tuya la obra del maestro. Venga, no seas tímido, seguro que alguna vez has oído hablar de Monster (que no, José Luis, deja esa lata de refresco).
No solo cuenta con un estilo gráfico inconfundible (especialmente en los rostros de sus personajes). Es famoso por por sus historias llenas de misterio y suspense, creando personajes complejos y antagonistas memorables. Si el manga de aventuras y acción es el lugar por donde los jóvenes inician su viaje a día de hoy en el reino de las viñetas, probablemente en las páginas de Naoki Urasawa sea donde vayan buscando un sitio donde sentarse a finalizar dicha travesía.

Asa Asada: Mi tercera hija.
Ya desde la primera página donde nos la presentan, Asa te conquista el corazón. Una niña lindísima, avispada como pocas, y con un carácter a prueba de bombas. Enfrentada a la adversidad desde el inicio de la serie, con su forma de ser pizpireta y su resolución de diamante, consigue que todo lo que se construye lentamente a su alrededor (que veremos que no es poco), siempre se deslice sutilmente a un segundo plano. Da igual lo que le suceda al mundo, a los Juegos Olímpicos o la puta economía de Japón. Nosotros que Asa esté bien, y pobre del que quiera hacerle algún mal…
Pero, ¿de que va realmente ¡Asadora!? Es una de esas obras que no van de lo que se supone que van. Una de esas series con zombis que no van de zombis realmente. Desde sus primeros episodios se nos plantea un misterio sin resolver. Una extraña criatura gigantesca (lo que ahora que todos los occidentales hemos visto Pacific Rim denominamos «kaiju»), que amenaza la seguridad de Japón en un momento de vulnerabilidad absoluta tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial.
Una serie de desafortunados incidentes, en rápida sucesión, harán que la pobre Asa pierda a casi toda su familia y se convierta en una pieza fundamental del engranaje de defensa e investigación contra la criatura. En el más absoluto secretismo militar. Sin embargo, ¡Asadora! no es una historia de monstruos, ni de acción (que no faltará tampoco cuando sea pertinente, Urasawa maneja el ritmo como un auténtico prodigio). La verdadera corriente que empuja toda la serie es muy diferente, y aunque las pistas están ahí, necesitamos bastante contento para deducirlo de primeras.

Dime como te llamas, y te diré cual es tu serie.
La clave reside en los nombres. Tanto de la protagonista como de la serie. Empecemos por esta última. ¡Asadora! se presenta como «una novela manga serializada». De entrada pensaba que era una forma de llamarlo novela gráfica para darle ese caché que en sitios como Fnac se le pretende dar a los tebeos de toda la vida (algo estúpido e innecesario). Pero no, resulta que los «asadoras» (drama matutino) eran seriales de unos 15 minutos de corte dramático que se emitían en la cadena de televisión pública en Japón («Renzoku Terebi Shōsetsu», novela televisiva serializada).
Así que ya solo por el título podríamos intuir (de haber sabido japonés) que ¡Asadora! tiene más en común con un culebrón que con Godzilla. Pero el nombre de nuestra protagonista no se limita a empatar sonoramente con la cabecera. Asa tiene bastantes significados según la cultura en la que te nombren, algunos de ellos bastante relevantes. En japonés, que es lo que nos interesa, significa mañana. Sus padres, que se llamaban Asada de apellido, decidieron nombrar así a su hija porque nació por la mañana. Siendo familia numerosa (pero numerosa de las de verdad, de las de antes) se aprecia la ni media vuelta que le dieron los padres al nombre de una de sus hijas, viendo de todo lo que se tenían que preocupar.

Pero Asa también significa «ala» en portugués, algo también fundamental y relevante ya que desde el primer tomo veremos que el talento natural de Asa para el pilotaje será una de las claves de la obra. Otros significados en diferentes lenguas son «esperanza» (otro super relevante) o «bella». Lo que nos lleva a este noveno tomo de la serie. Asa tiene ya casi 20 años, es empresaria de su propia empresa de aviación, y además de guardar uno de los secretos más importantes de la nación, está empezando a descubrir que la vida es algo más que trabajo, misiones encubiertas y la Guerra de Vietnam.
Me van perdonar los que esperan un resumen de los ocho primeros volúmenes y una descripción más exhaustiva del noveno. ¡Asadora! es una serie maravillosa. Como novela de misterio y como serial tele novelesco. Y Asa es una chica ejemplar que se está convirtiendo en toda una mujer de provecho. La mujer que cualquier padre querría que sus hijas fueran en el futuro. Guapa, arrojada y con la cabeza bien amueblada (y encima empresaria, piloto y «agente secreto»). Urasawa vuelve a mostrar una vez más que no es poco el talento que posee, convirtiendo quizás su serie más costumbrista en un viaje de vértigo por la vida de una muchacha más normal de lo que parece a simple vista, y la historia de Japón del siglo XX.





