Difícil de olvidar la primera vez que jugué a The Last of Us (Parte 1). No fue mucho tiempo. Venía de disfrutarme como un gorrino los dos primeros Uncharted y un buen amigo del momento me dijo: «mira, prueba esto, que es de los mismos». A ver, me dices que me voy a marcar un Uncharted con zombis, y me encuentro en una zona muy cercana a la erección. Después, la patada en la boca y a casa a pensar un ratito en un rincón.
Porque al igual que ya pasaba con The Walking Dead (el cómic, de la serie pasé muy fuerte y hasta día de hoy) no era una serie de zombis. Si nos atenemos a la clasificación ortodoxa de que las historias de zombis pertenecen al género del terror. Usando este mismo ejemplo, en la obra de Robert Kirkman la trama no gira en torno a por qué los muertos se han levantado, ni siquiera dedica demasiado tiempo a explicar como funciona el fenómeno, como se transmite, como se puede solucionar el problema. Esta ambientación tan marcada se utiliza como catalizador para desarrollar un drama humano, aprovechando que las situaciones que van a tener lugar son diferentes a las que encontraríamos en una historia dramática convencional.
Uno puede utilizar una ambientación de western para contar una historia de vampiros o de hombres lobo. ¿A qué género pertenece entonces la trama? Dependerá de en torno a lo que gire la misma. Si todo va de que los hombres lobo se están peleando con los indios nativos por ver hasta donde se extiende la propiedad de las tierras de unos y de como están profanando el suelo sagrado de los otros. O de como los hombres lobo tienen que lidiar con que solo pueden llevar a las vacas a pastos más verdes durante el día, pues hablaremos de un western. Pero si la historia va de como un vampiro llega a un pueblecito del lejano oeste y se va pasando por el colmillo a la comunidad protestante del mismo, probablemente sea una película de yuyu.

Aquí pone 25% de algodón y 75% de poliéster.
Es verdad que tenemos una manía malsana a etiquetar las cosas. Y que dichas cosas no suelen ser blancas o negras. Existen en una realidad maleable, que permea conceptos e ideas de una zona a otra haciendo que nuestros intentos por definir las cosas sean un poco absurdo. Y a la vez (vivan las incongruencias) el poder clasificar y organizarlas es útil y relativamente necesario, así que siendo relativamente flexibles (a fin de cuentas, todo esto me lo estoy sacando de la minga, no doy clases de narrativa en ningún sitio) podemos intentar hacerlo analizando las cosas con un poco de cabeza.
Volviendo al ejemplo de The Last of Us. En la primera parte, los protagonistas son Joel y parcialmente Ellie, y en la segunda (no nos confundamos) las protagonistas son Ellie y Abby. Y la historia que se cuenta, no gira en torno a como les afecta la vida con infectados a las puertas (podría ser esto, o un holocausto nuclear, como en Fallout, o una invasión alienígena); a pesar de que Ellie sea inmune, no deja de ser un catalizador para otra historia muy diferente. Todo gira en torno a la pérdida, la búsqueda de un culpable a dicha pérdida, y el círculo de venganza/retribución que se genera a raíz de dicha pérdida; y de qué tiene que suceder para que dicho círculo se rompa.
Obviamente, queda todavía mucho por contar en la serie de HBO, pero me estoy centrando de momento en los juegos porque al haberlos jugado, tengo una visión de conjunto más amplia de donde venimos y hacia donde vamos. Y no podemos pasar por alto, que aunque hay algunos cambios muy interesantes en la versión seriada, está todo adaptado con un mimo y una precisión fuera de lo común. Se nota la cantidad de elementos comunes detrás de la cámara (como el guion/dirección de Neil Druckman o la música de Gustavo Santaolalla) que hacen que ambas versiones empaten a la perfección, pero conserven suficientes diferencias para hacer ambas atractivas.

La relación causa / efecto.
Las decisiones que toma Joel durante la primera temporada, que podemos compartir o no, pero que son perfectamente entendibles cuando ves el desarrollo del personaje; generan una serie de ondas, un efecto dominó que puede llegar a prender algunos fuegos que pueden acabar quemando lo que no deseas. Una decisión moralmente correcta puede implicar la ejecución de malas acciones para llevarse a cabo. E inevitablemente, entrará en conflicto con otras moralidades, basadas en experiencias diferentes que no podrán justificarla. Y no voy a hacer hincapié en el circulo de la venganza.
The Last of Us, el último de nosotros. El título de la obra no hace referencia a la humanidad. Joel y Ellie no son los últimos seres humanos sobre la faz de la tierra ni de lejos. Sin embargo, si que son, dependiendo de que momento de la serie hablemos, los últimos supervivientes de algo. Ya sabéis que no me gusta analizar con spoilers, así que lamento no poder entrar en más detalles para los que no la hayáis visto aún. Pero creedme que la «chicha» de la serie reside ahí, no en lo que puede atravesar la valla celosamente guardada en cualquier momento. Y capítulo a capítulo puedes ver como los diferentes protagonistas van construyendo pequeñas realidades, pequeñas victorias en un mundo de derrota, sólo para verlas destruidas por las circunstancias o las consecuencias de sus propias decisiones, dejándolos emocionalmente solos, los últimos supervivientes de aquello que se anhelaba.

Si los juegos de The Last of Us están planteados como una única historia en dos partes (más que como una precuela y secuela), diferenciados por el punto de vista y la localización geográfica, pero conformando un todo cohesionado y redondo. La serie realiza el mismo ejercicio. No debemos cometer el error de que se están adaptando dos juegos diferentes en sus correspondientes temporadas. La estructura narrativa, al ser un medio diferente, cambia. En este caso, cada temporada, aunque de inicio puede parecer que lo que hace es adaptar cada entrega original, lo que creo que hace (al menos eso parece de momento) es centrar el punto de vista en uno de los implicados: siendo de primeras Joel, y en este segundo viaje en Ellie. No voy a detallar hacia donde van mis sospechas para la confirmada tercera temporada (al parecer de cuatro planteadas) de nuevo para no estropear posibles sorpresas.
Obviamente, como con todo lo que pasa por esta casa, The Last of Us puede no ser para ti. Puede no gustarte por mil motivos, todos ellos válidos, porque al final, son tus sentimientos y tus emociones. Que narices, puedes no estar de acuerdo en el razonamiento previamente desarrollado y no arrimarte ni a la acera de enfrente porque para ti sigue siendo una serie de terror de bichos que corren y muerden. Todo eso es lícito, válido y digno de ser escuchado. Pero si estás leyendo aquí, entiendo que te interesa lo que tengo que decir sobre la serie. Y reflexiones más o menos profundas aparte, no puedo no recomendarla independientemente de tus gustos (algo, que si te paras a pensarlo, está mal, «conoce a tu audiencia» y tal). Pero los juegos me marcaron tantísimo, y me hicieron sentir tantas cosas, que ahora la serie está removiendo con unas interpretaciones (sobre todo de Bella Ramsey y Pedro Pascal) tan acertadas. Todo llevado a cabo con tanto mimo y tanto cuidado. Que aunque me duela que el viaje vaya a ir para largo, me recuerda también que la paciencia es una virtud, y que lo importante es lo que disfrutas, no lo que podrías estar disfrutando.




