Es muy curioso lo que está pasando con la franquicia de Leyenda de los 5 anillos. Es casi como no funcionara bien, pero a la vez lo justo para no dejarla morir. Ahondar en esto va a provocar que nos desviemos por un ramal, y encima a contracorriente. Baste decir, que aunque el juego de cartas (nucleo principal de la serie desde sus inicios) esté muerto, y el de rol, de parranda. Parece que la opción pasa por la diversificación.

A una serie de novelas (que todavía tengo que probar a ver que tal andan) y su primer videojuego (cuya demo pintaba bien) se incorporan algunos juegos de mesa como el futuro Champions of Rokugan o este Río de Oro. Lo interesante para el fan, es que independientemente de su calidad individual (que pasaremos a desgranar a continuación) siguen apostando por hacer avanzar la historia, por formar parte de un mundo vivo en «constante» evolución.

El lanzamiento de Río de Oro vino acompañado de un relato en 5 partes en las que los clanes Grulla, Cangrejo, Mantis y Escorpión se enfrentaban por ver cual de ellos se encargaba de dar captura a una banda de piratas de río que se habían hecho con el diezmo de la región. Pero, al más puro estilo de Leyenda de los 5 anillos correspondía a los lectores votar y elegir cual de las cuatro se alzaba con la victoria, provocando repercusiones (teóricamente) en el futuro de la saga.

Bonito hasta decir basta, ese es Río de Oro

El Monopoly «bien».

¿Qué nos propone Río de Oro? Una experiencia muy similar a la que ya nos ofrecía Iki. Casi da pena, porque los dos son muy buenos juegos, que se diferencian por lo justo. En esencia tenemos un juego de gestión de recursos y colocación de «hoteles». Iremos navegando por el río, y creando puestos comerciales en diferentes paradas (como en la calle del Iki o el citado Monopoly. Después, aquellos que caigan en nuestras casillas, se llevarán un beneficio y nosotros otro por haberlas creado en primer lugar.

Si lo dejamos aquí, no hay nada que realmente diferencie al juego de Leyenda de los 5 anillos de sus competidores más directos. Afortunadamente encontramos algunas diferencias notables que hacen que la experiencia de Río de Oro sea única. Pero para eso mejor ahondamos un poco en las reglas del juego. Contamos con dos barcos que podremos hacer navegar río abajo (las mercancías se recogen en el norte, se baja comerciando con ellas y luego los navíos suben sin nada de vuelta al norte).

Dinerito, reputación, porcelana y favor divino para el barco azul…

Al final de cada turno, tiraremos un dado. Ese dado puede tener un número del 1 al 6 o un símbolo correspondiente con las seis regiones que atraviesa el río que da nombre al juego. Tendremos favor divino que podremos gastar para modificar el resultado de dicho dado y en base al mismo, podremos hacer una de tres opciones. La primera de ellas es construir en la región marcada por el símbolo del dado. Cogemos una edificación de la reserva disponible y la situamos (pagando su coste) en la casilla del río libre que queramos de dicha región. Esto nos dará unos beneficios inmediatios, que suelen ser avanzar el track de influencia de la región en cuestión (que nos puede otorgar materiales, dinero, y sobre todo, puntos al final de la partida)

Por otra parte podemos navegar con alguno de nuestros dos barcos tantas casillas como marque el dado. Donde acabemos, obtendremos beneficios de las edificaciones allí construidas y a su vez, sus propietarios se beneficiarán del intercambio. Por último, en mano tendremos una serie de personalidades a las que podremos entregar mercancías. Si contamos con ellas y el símbolo del dado se corresponde con el de la carta podemos jugarla y llevarnos los beneficios asociados.

Si eres amante de la serie, en Río de Oro encontraras muchas caras conocidas…

El bonico del

Río de Oro no es un juego temático. Aún así, el tema no está mal tirado. Tienes en todo momento esa ligera sensación de estar navegando con tus barcos comerciando, entregando porcelana, seda o arroz a personalidades de las diferentes regiones. Pero tampoco es determinante, como bien demuestra Iki con sensaciones similares y un tema parecido pero a la vez dispar. Sin embargo, el juego es una belleza (a pesar de que su inserto recuerde a una caja de bombones y sea de los menos prácticos que he visto nunca para almacenar los componentes) y es una gozada desplegarlo en mesa y jugarlo.

A su favor cuenta con que se trata de un título extremadamente ágil. La decisión de dejar tirado el dado al final de tu turno, hace que puedas pensar la estrategia de cara a la siguiente ronda mientras los demás juegan. Y aunque como todos compartimos el mismo río, hay algo de interacción, que el jugador anterior te pise la idea no genera un atasco y la partida va fluida en todo momento. De hecho, a veces, casi se pueden hacer cortas y te quedas con las ganas de haber jugado un par de turnos más para completar esas jugadas que tenías en la cabeza.

Río de Oro no es un juego que venga para cambiarte la vida. De hecho, no tengo ni siquiera claro que sea una opción interesante para los jugadores de Leyenda de los 5 anillos, una franquicia mucho más temática y menos «euro». Pero si te encuentras en esa encrucijada donde conviven ambos mundos, se trata de un añadido de lo más interesante para tu colección. Ya sea de las aventuras de Rokugan, o de tus juegos de gestión ligera favoritos. Sea como sea, si tienes la ocasión de probarlo, dale un tiento, porque detrás de su fachada de juego de franquicia se esconde un título sólido que tiene claro a lo que aspira y lo hace bien.

Ganar influencia en las diferentes regiones que visitemos será fundamental para ganar la partida…

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