El primer Helldivers fue toda una sorpresa. Hablamos de una época en la que este que les escribe llevaba ya invertidas más de 2.000 horas al primer Destiny e iba camino de hacer lo propio con su secuela. En una de estas temporadas en las que el juego andaba de capa caída, Sony «regaló» Helldivers para sus suscriptores del servicio PSPlus. Y mira tú por donde que la cosa cuajó.
Vaya que si cuajó. Fue la única mierda que nos sacó de repetir mil y una veces las mismas actividades de Destiny 2, aunque fuera por unas semanas. Helldivers era cooperativo a cuatro jugadores, y a veces costaba encontrar partida entre los jugadores habituales, incluso estando ya varios grupos jugando. No era algo febril. No estábamos deseando entrar a todas horas para conseguir algo. Pero era tan divertido, que nunca nadie decía que no a una partida en lugar de hacer otra cosa.
La premisa era muy sencilla. Un twin stick shooter, es decir, un juego con vista cenital en la que con una palanquita mueves al personaje, y con la otra disparas en la dirección que indiques. Nada nuevo bajo el sol. Pero había un par de elementos que lo hacían diferente, y a la vez, extremadamente divertido. Primero: la posibilidad de matar a tus compañeros por accidente. Segundo: las estratagemas, una especie de minijuego secundario que otorgaba mejoras al equipamiento. Tercero: el humor.

STARSHIP TROOPERS (AÚN MÁS) PASADO DE ROSCA
No me voy a repetir mucho que en él análisis de Peacemaker ya hablamos bastante de fascismo. Pero básicamente en el mundo de Helldivers, vivimos bajo el amparo de una Super Tierra hipercapitalista, donde la democracia es el pilar que sustenta a la sociedad. Pero una democracia «gestionada» una democracia bien llevada por quien sabe, no vayan los ciudadanos a tener ideas erróneas al respecto.
Después de liársela a tres especies alienígenas en la primera entrega. Cien años después la soberanía de Super Tierra es tal, que volvemos a tocarles las pelotas a los mismos de la otra vez. Y esta vez vuelven con las narices bien hinchadas. Lo que vuelve a introducirnos en una guerra galáctica en la que todos vienen a por nosotros, y poco nos pasa para lo que nos merecemos. La ironía que representaban tanto la novela de Starship Troopers como la película de Paul Verhoeven está presente en el videojuego, pero siendo todavía más autoconsciente.
Los androides son comunistas, los calamares convierten a los humanos en «sin voto». Los bichos, pobrecitos bastante tienen ya que son las nuevas vacas galácticas. Y nosotros mandamos a cientos de jovenes luchadores por la libertad, a estamparse contra las mismas «amenazas» una y otra y otra vez. Porque cada vez que mueres en el juego, es un ser humano que fenece. Y lo que hace Super Tierra es enviar a uno nuevo para ser reemplazado. Pocos juegos tratan el tema de la muerte y las vidas de un videojuego de forma tan narrativa y divertida.

MÁS ALTO, MÁS FUERTE, MÁS GUAPO…
Muy a mi pesar, Helldivers 2 da un paso atrás con respecto a su predecesor. Sacrifica la vista cenital y la mecanica de twin sticks para convertirse en un shooter en tercera persona. Si, es una decisión que les abre muchísimo mercado, y ahí están, dando el callo en el mundo de los juegos como servicio. Pero a la vez, diría que ha perdido algo de personalidad (sigue siendo único a pesar de todo). Jugar a Helldivers 2 es igual de divertido o más que en la precuela. Pero algún detallito se pierde.
El juego cuenta con la mecánica de estratagemas. Podemos equipar cuatro, y al bajar al planeta, marcando una secuencia de teclas al más puro estilo «código Konami» puedes encargar cosas desde la nave nodriza. Nuevas armas, bombardeos, barridos de cazas, torretas centinela, la lista es abrumadora. Pero una de las cosas más divertidas del original eran los vehículos. Que tu colega pidiera un tanque, y entre cuatro manejarlo, era oro puro. A día de hoy, y después de muchos meses de juegos contamos con un coche, y vale de poco…
Porque al ser en tercera persona los mapas son muy diferentes a lo que eran en su momento, que eran bastante planos y contaban con numerosos obstaculos a rodear. Ahora todo es más vertical. Quizás con el tiempo añadan esos vehículos que echamos de menos, pero no termino de verlo yo claro. Aún así, la experiencia, aunque diferente e inferior en mi humilde opinión, sigue siendo divertidísima. Porque matar bichos a centenares es divertido, pero por estúpido que parezca, más divertido es que en medio de todo ese caos, llegue un anormal, y te prenda fuego accidentalmente o tire una bomba que os mande a todos a tomar por culo. Lo que en otros juegos online se penaliza, aquí provoca siempre la risa.

Que me dejes, José Luis, que me da igual…
Y a pesar de todo esto, el juego sigue siendo tan divertido que me da igual, y sigo volviendo una y otra vez a defender la democracia. Da igual que el sistema de progresión, una vez que desbloqueas las estratagemas no sirva para nada. Una vez que llegas a nivel 40 (de 150, creo) la experiencia no te vale para nada de nada. Farmearás buscando muestras porque es divertido explorar, pero desbloquear las mejoras más avanzadas de la nave no solo no será significativo, es que es caro de pelotas y extremadamente frustrante para marcárselo como objetivo, siquiera a medio plazo.
Están los bonos de guerra, pases de pago que puedes comprar con dinero real o con créditos de Super Tierra, una moneda que puedes encontrar explorando los mapas. Lo normal es que para cuando hayas completado un bono, tengas la economía suficiente para hacerte con el siguiente. Aún así, no me convence que hayan metido algunas estratagemas en estos bonos. Quizás las armas y alguna habilidad pasiva me de más igual conseguirlas o no, pero el no poder desbloquear la salsa del juego, ya me hace menos gracia.
Pero de nuevo da igual, porque la historia de Helldivers 2 es sistémica. Avanza sutilmente con cada nueva misión que el Alto Mando de Super Tierra nos asigna. Cada nuevo objetivo deja entrever por donde van a ir los tiros próximamente. De manera que el juego se ha convertido en un pasatiempo relajado en lugar de un pozo de horas. Un lugar donde entrar una o dos veces por semana, colaborar en la misión principal, hacer esa jornada la diaria, y echar un ratito super apañado con los amigos. Y por supuesto, repartir libertad y democracia por toda la galaxia…




