Ay, no se. A priori, la idea de ver una nueva versión de Nosferatu adaptada a los nuevos tiempos me resultaba atrayente. Pero después de verla y de que se me haya hecho bastante bola para tragarla, he tenido que reflexionar largo y tendido para tratar de entender algunas decisiones tomadas por los creadores de la cinta, así como de mi propia forma de verla.

En el viaje de hoy hablaremos mucho de Drácula (la novela, y por alusiones, la película de Coppola), de la Nosferatu original de 1922. De alguna otra cinta de chupasangres como La Sombra del Vampiro y por supuesto de este remake de 2024 (aunque a nosotros nos haya llegado en 2025) que independientemente de que se me haya hecho pesado de ver, tiene muchas cosas rescatables y a tener en cuenta.

Vaya por delante que si es alguno de tus primeros acercamientos a la obra magna de Bram Stoker, mucho de lo que voy a decir aquí hoy te valdrá más bien de poco. El llegar a esta cinta con la mirada limpia, como primer contacto, quizás sea la mejor opción posible al encontrarte de primeras con una historia que a pesar de la cantidad de iteraciones que ha tenido a lo largo de la historia, sigue teniendo la misma fuerza que cuando se publicó la novela original en 1897.

Visualmente la peli es muy interesante, pero poco más aporta…

¿Por qué Nosferatu, cuando todos quieren decir Drácula?

Nosferatu de 1922 es la primera adaptación al cine de la novela de Bram Stoker. O lo sería, si los productores hubieran conseguido los derechos para adaptarla. Pero no fue así, de manera que la legendaria obra de Murnau tuvo que hacer ligeros cambios que se redujeron, en un alarde de disimulo, a cambiar nombres y localizaciones. Ahora no estábamos en Inglaterra si no en Alemania, el Conde Drácula pasó a ser el Conder Orkol, Mina y Jonathan se reconvierten en Thomas y Ellen, etc. Sólo el personaje de Renfield varía algo más notablemente y como aportaciones magistrales se deben tener en cuenta el hecho de que Orlock traiga la plaga de ratas a la ciudad o que la luz solar sea letal para el vampiro. Se estaban plantando los cimientos de un mito.

Pero no olvidemos, que ya de por si Nosferatu era la adaptación no oficial de una obra existente de la que se diferencia por muy poco para evitar denuncias (spoiler: no lo consiguieron y la película fue denunciada por la viuda de Stoker y censurada). Cierto es que cualquier persona con inclinaciones cinéfilas que vayan un poco más allá del entretenimiento, debería echarle un ojo, ver a día de hoy una película de 1922 muda, puede ser una experiencia algo frustrante. Aún asi hay muchas que aguantan el tipo excepcionalmente bien. Pero hay muchas cosas que no han envejecido maravillosamente bien.

Con esta premisa, volver a traer la historia de Nosferatu en 2024 adaptada a los tiempos modernos no suena tan mala idea. Pero claro, olvidamos que en estos 102 años que nos separan, y hablando sólo de cine y televisión, tenemos más de 30 adaptaciones diferentes de la obra de Stoker, y si bien algunas han intentado hacer algo fresco y diferente, en esencia no encontramos con la misma historia una, y otra, y otra, y otra vez. Así que, ¿Dónde radica la decisión de adaptar Nosferatu en lugar de Drácula? Porque dudo mucho que haya sido por un tema de derechos como sucedió originalmente.

Los planos más miticos de la cinta original, puro expresionismo Alemán, vuelven a estar en esta versión…

Con Coppola hemos topado.

Quitando las producciones protagonizadas por Bela Lugosi para la Universal. Sin duda a día de hoy hay una película que se considera casi canónica cuando hablamos de Drácula en cines. La versión realizada por Francis Ford Coppola titulada Bram Stoker’s Dracula. Claro, llevando el autor original de la novela en el título, no costaba mucho convencer al público de que se trataba de la adaptación más fidedigna de la novela. Algo que no es así del todo. Pero para entonces los vampiros ya estaban muy romantizados (habían pasado los 70 y los 80 y Anne Rice había hecho de las suyas ya con Entrevista con el vampiro) y resultaba muy difícil quitarse el sambenito de la sexualidad y el erotismo, así como las supuestas ventajas de una vida eterna que pasarse en la cama con fruición hasta el fin de los tiempos.

Por suerte o por desgracia, es un estándar mitológico que de momento está impostado con bastante fuerza. Y parece que no irá a menos en las próximas décadas viendo lo bien que han funcionado series como Vampirito (perdón, Crepúsculo) o True Blood. Y la ausencia de obras posteriores que hayan intentado reformular el concepto, tampoco ayuda. Quizás es en este afán por desvincularse del vampiro romántico tan asociado a Vlad Tepes, que se optado por emular a Nosferatu en lugar de volver a hacer algo más típico.

Cierto es que uno de los grandes alicientes que ofrecía la película de 1922 era lo inquietante de el diseño de su villano, interpretado por Max Schrek (del que en la época se rumoreaba que era un vampiro real, leyenda que dio lugar a la deliciosa La Sombra del Vampiro), pero resulta incomprensible que se haya prescindido de la icónica figura en pos de un Orlok que es un noble venido a menos. Sí, mola mucho el contraste del glamour habitual contra la decadencia (como se han encargado de señalarme los amante de esta versión como si no tuviera ojos en la cara), pero es de lo poco que diferencia a esta película de todo lo anterior y no es suficiente para entretenerme como espectador que ha visto esta historia mil y una veces previamente.

Fulanita de tal, hijadeJohnnyDepp…

Es que es la hija de Johnny Depp, ¿lo sabías?

Está todo el mundo que no caga con las interpretaciones de los protagonistas. Y a mi me van a perdonar, pero aquí tengo más problemas delante que cosas que me gustan. Si, Lily-Rose Depp (que es como realmente se llama la muchacha, aunque todos la recuerden como la «hija de…») trabaja bien. Es más, su personaje es mucho más interesante que la propia Mina Harker de Dracula ya que es ella la que muchos años antes despierta al Conde de su letargo poniendo en marcha los acontecimientos que desembocarán en lo que es la película. Sin embargo, una idea tan buena, en un intento absurdo de calcar la obra original se desaprovecha cuando se podría haber explotado y haber aportado un elemento refrescante y diferenciador.

El Conde Orlok, que aquellos que han visto en versión original se habrán quedado muy contentos con la interpretación (y vocalización) de Bill Skarsgård, es otro personaje desaprovechadísimo. Es plano, maniqueo y soso hasta decir basta. Por muy bien interpretado que esté. Y por no entrar en spoilers, como encuentra su final a manos de los protagonistas… en fin… Ni un poquito de sangre en las venas (pun intended). Y el problema no es del actor, que lo hace maravillosamente bien a pesar de su bigotillo. Es un problema de guión. Donde se ha copiado religiosamente una película de más de 100 años sin intentar aportar algo más de profundidad.

Orlok… Bueno, pues hace lo que puede con su abrigo…

En cuanto a Thomas, lo siento. Aquí si que no me lo creo. Nicholas Hoult trabaja muy bien y estoy deseando ver qué hace con el personaje de Lex Luthor en la próxima Superman. Pero aquí no está inspirado. Lo veo dar tumbos toda la película, sin tener muy claro qué le pasa ni por qué hace lo que hace (no lo tenemos muy claro ni él, ni yo mismo). El resto de actores tampoco brillan especialmente salvo Willem Dafoe (quién ya interpretara al propio Nosferatu en la ya dos veces mencionada La Sombra del Vampiro). Y mismo caso que los anteriores, el papel tampoco da para sacarle mucho más jugo.

Al final el problema no es que Nosferatu sea una mala película. Es una cinta que toma malas decisiones. Lo que hace, lo hace bien en general. Pero se basa en un material demasiado antiguo y repetido hasta la saciedad, y no decide arriesgar lo más mínimo. Y eso, en mi caso, que ya he visto la historia mil veces, acaba pasando factura, independientemente de temas estéticos y de que se vean más o menos tetas…

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