No, no estamos haciendo el análisis de Sonic 3: La película (que por otra parte, sería lo lógico). Esa la guardamos para un poco más adelante. La realidad es que me apetecía llevar a mi hija a verla al cine y claro, siendo descenciente de quien es, pues «habrá que ver la 1, luego la 2 y después la 3, papá». Y donde manda patrón… pues patada en los cojones… (no hemos explorado aquí esa gran verdad que demuestra que todo el refranero español se puede terminar con la frase «patada en los cojones» pero todo se andará).
Uno que es un padre abnegado (y está poniendo bien los cimientos para que Kid 01 (Gracias, Celso) salga también culturalmente dispersa (Gracias de nuevo, Cels, te quiero tío) se siente con la responsabilidad de hacer las cosas bien y no alterar el orden natural de las cosas (porque luego ella se sienta a ver y se zampa lo que le echen y se la pela todo). Así que dicho y hecho nos pusimos a ver Sonic: La película (en mi caso por segunda vez). Veamos que hemos sacado en claro.
Ella dice que le ha gustado mucho, y que quiere ver la 2, y después la 3, y después la 4 (no la hay, no os dejéis engañar, que es lista la cabrona). Así que ya está, no debería haber nada más que añadir. Una película para niños en la que un niño dice que le ha gustado y que por favor, aquí está mi brazo para que papá me inyecte más en vena. Debería ser suficiente. Pero claro, ella no sabe leer, así que no anda por aquí. Los que si andamos por aquí somos los adultos, que gozamos fuerte de embarrar las cosas. Así que vamos, al barro, para qué vamos a dejarlo estar.

El yonqui era el director…
… o el diseñadore de producción, o el becario, o SEGA al completo. El caso es que todos recordaremos lo que pasó cuando el primer trailer de Sonic: La película vió la luz (si no, no hagas nada, sigue con tu vida, se feliz, no te castigues sin motivo). Alguien, en algún momento, decidió que era buena idea que para hacer una imagen de imagen real sobre el erizo más famoso del mundo del videojuego este tuviera que salir de las profundidades del polígono más turbio de tu ciudad como si los camellos locales hubieran emigrado y no tuviera nada más que meterse. En serio, es aún peor de lo que imagináis.
Dicen que el público nunca sabe lo que quiere. Y normalmente esta premisa suele ser cierta. Pero en el caso de Sonic: La película la respuesta fue unánime. Había que cambiar el diseño del personaje o toda una generación de prepúberes acabaría en la droga sin merecerlo. Y para sorpresa de todos, la cordura se impuso. Quedaban dos dedos de frente en el estudio para tomar la decisión de rehacerlo todo de cero (con el tremendísimo coste que supone, que esto no es darle a un botón y cambiar a Jimi Hendryx por un erizo azul).
Nunca una decisión fue tan acertada en Hollywood. El nuevo diseño (mucho más similar al personaje original de los juegos) funcionó hasta tal punto que no sólo contamos con tres entregas estrenadas en salas de todo el mundo. Ya se ha confirmado que habrá una cuarta. La velocidad de la serie es tal que será poco probable que paren ahí. Lo que podía haber sido un accidente de proporciones catastróficas para Paramount, se supo reconducir a tiempo. Y no fue el único volantazo de la serie en cines que vamos a comentar.

La reinvención de la rueda no existe.
Hay una trama habitual, ya desde tiempos inmemoriales, cuando se trata de adaptar un videojuego a la gran pantalla. Y no, José Luis, no funciona por mucho que te emperres. Coger el mundo del videojuego y traer a la Tierra a sus protagonistas, o todavía peor, llevar a los humanos a ese mundo de fantasía NO FUNCIONA. ¿Eh? ¿Bob Hoskins y John Leguizamo? ¿¿Eh?? ¿¿Mila Jojovich?? ¿EH? ¿¿¿ADAM SANDLER??? (¡¡¡POR DIOS DADME MAYÚSCULAS MÁS GRANDES!!!)
Sonic: La película pese a ser una cinta muy entretenida y disfrutable, en gran parte gracias al carisma de unos personajes cojonudos (tanto animados como de carne y hueso) comete ese error. Sale airosa en su empeño, pero no cuesta mucho imaginar lo redonda que podía haber sido viendo en la dirección que han ido sus secuelas (pasando más de la premisa de viajes entre mundos y centrándose más en lo que contaban los videojuegos) o el tremendísimo éxito de taquilla que ha sido la película de animación de la competencia (sueños húmedos todas las noches pensando en lo que podía haber sido una película de animación de Sonic, y a cambio tenemos Sonic Prime en Netflix… en fin, el karma).
Al final siempre es el empeño de Hollywood, y sobre todo, de sus artistas, de intentar reinventar la rueda, dar nueva forma a cosas que ya han funcionado una y otra y otra vez. Sonic: La película es un pequeño milagro, porque lo tenía todo de su parte para no funcionar y aún así, superando todas las expectativas lo hizo y con nota. Y a partir de aquí la cosa no ha hecho más que mejorar.

SEEEEEEGAAAAAAA…
Pues nada, tenemos a Sonic en la Tierra, venido de otro mundo. Convertirlo en un chavalín capaz de las proezas más impensables para el hombre ordinario, pero aún así, necesitado de amigos y de que alguien le arrope por la noche, hace que sus interacciones con los adultos (especialmente con Lord Bollo, el personaje de James Mardsen) sean de lo más entretenidas.
El humor de la cinta está en general muy bien medido gracias/a pesar de Jim Carrey. (De nuevo volvemos a encontrar un volantazo de Paramount, cuando casi al final de la película deciden hacerlo más físicamente parecido al personaje animado, una decisión que se acentuará aún más en las secuelas, borrando por completo cualquier rastro de como era en origen en esta película).
La trama es más simple que el mecanismo de un chupete. Después de hacer lo que no debía porque es un adolescente y ya como cuarentón tengo que criticar a los adolescentes, pierde un objeto de suma importancia. Así que el resto de la película es ir de A a B en busca de dicho objeto para finalmente decidir no utilizarlo porque no hace falta, y el poder de la amistad y que si «te metes con Spiderman, te metes con Nueva York» y tal. Pero es que aunque la rueda tenga forma ahora de zapatilla roja, sigue siendo una rueda, y funciona porque siempre lo ha hecho. Y cuando se trata de entretenerme con mi hija y pasárnoslo pirata, a veces no hace falta nada más que eso…




