¿Nunca has visto Initial D? El anime ese del «Panda Trueno» (Toyota AE86), el coche que ya parecía viejo antes de que lo pusieran a la venta. A poco que conozcas un poco de manganime o de videojuegos japoneses, en algún momento lo tienes que haber visto. Es de esas cosas que forman parte de la memorial colectiva cultural, aunque esté guardado en un cajón al fondo de tu base de datos.

Repito, ¿nunca has visto Initial D? No pasa nada, yo tampoco. Para quién no lo conozca o no sepa de qué hablamos, se trata de un manga (adaptado posteriormente a animación) creado por Shūichi Shigeno que cuenta la historia de Takumi Fujiwara, un reponedor de gasolina, que acaba metido en carreras callejeras por los montes de Japón. Pues eso, un manga de coches. Voy a hacer la broma porque ya se como acaba esta crítica; algo relativamente poco interesante, ¿verdad?

Resulta que hace un añito largo me enteré de la existencia en formato anime de una cosa llamada MF Ghost y al investigar un poco por si podría merecer la pena verla o no, descubrí que se trataba de una secuela de Initial D protagonizada por un alumno de Fujiwara: Kanata Katagiri (realmente de apellido Revington y que vuelve a Japón buscando a su padre y con el interés de participar en las carreras de la prestigiosa competición que da nombre a la serie). Este amigo me dijo que Initial D fue fundamental en su post-adolescencia. Así que, ¿por qué no darle una oportunidad?

Correrá todo lo que tu quieras, pero el coche grita viejuno como si no hubiera un mañana…

¡HU- HA! La ruta del eurobeat.

¿Tu sabes lo que es el eurobeat? Yo no tenía ni idea hasta que vi MF Ghost. ¿Tú sabes lo que te gusta el eurobeat? Más de lo que te crees. Y dímelo a mi que está en las antípodas de lo que me atrae musicalmente. Animado por la recomendación de mi amigo, en vez de decidir empacharme con las 6 temporadas de Initial D. Decidí darle la oportunidad a esta nueva iteración, que además parece que se distancia lo suficiente de la serie original como para que no sea necesario haberla visto/leído previamente.

También, mi amigo (a quién llamaremos amistosamente Brandon Sanderson a partir de ahora) me habló noequé del eurobeat, un género musical que al parecer estaba ligado de forma indisoluble a la serie original. Un estilo musical electrónico y maquinero que parece una evolución con letra del bakalao más levantino. (Me perdonen los críticos musicales por tirarme de boca al charco, pero es que si no esto no avanza).

Pues nada, que la serie arranca, los personajes son todos super feos (ya entraremos en esto un poco más adelante). Y que noequé de que ya no se usan las carreteras ni los vehículos de combustión, y que hay carreras de coches de youtuber en Andorra por la sierra y que al Kanata este le pone conducir como el Torete y el Vaquilla (eso si, el todo el rato muy british él). Y hablan de que si el Porshe tiene motor del tal y cual tipo y que si la limitación de peso por potencia y no se que movidas más de taller de coches y yo no me entero de nada Jose Luis y el Crunchyroll vale mu caro para estar perdiendo el tiempo.

El coche blanco adelanta al rojo por noequé de motor atmosférico y Gs laterales de noecuantos…

El ojo del tigre en la caja de cambios.

Y de repente empieza la primera carrera y algo me hace click. Porque claro, el chiquín este corre con un coche mucho peor que el de todos los demás. Que ya se encargan ellos de que el comentarista y los propios pilotos te hagan el master de motor deportivo para que si solo sabes del coche en qué asiento te tienes que sentar, que tu no te pierdas nada de nada. Y de repente se hace la magia. Porque se genera el «efecto Rocky«.

Tu ya no quieres que Kanata gane la carrera (no sabes ni por qué corre, eso da igual). Tu lo que quieres es que el pobrecito que no tiene para un cochazo, le plante cara a los mejores. Porque él es un privilegiado, un talento fuera de serie que puede hacer lo que cualquiera hace con la mitad de recursos. No, tu no quieres que el Toyota con el número 86 gane. Tu quieres que aguante el combate contra Apollo Creed. Tu quieres que ponga en aprietos a los Quince Grandes.

Y vaya que si lo hace, durante 2 temporadas, carrera tras carrera ves como bate récords por saberse los circuitos por los que no ha corrido nunca de memoria, como es capaz de adelantar en plena niebla sin visibilidad ninguna porque es capaz de adivinar las posiciones de sus rivales solo sabiendo a que tiempo de ventaja están, o como convierte las pocas mejoras que puede permitirse para el coche en auténticos sortilegios arcanos. Y si Rocky lo hacía a ritmo de Survivor, Kanata cuenta con el eurobeat.

Aunque no lo parezca, Kanata está contento porque ya no tiene que bajarse del coche y empujar para poder codearse con los Quince Grandes…

En esa curva me maté yo.

Cuando en plena carrera la tensión se dispara, el comentarista analiza la jugada milagrosa, todo parece casi imposible… y te das cuenta que de fondo, está el dichoso eurobeat ahí, dándolo todo para que te agarres al borde del asiento y tragues saliva. Gracias a la lluvia ha conseguido sacar 9 segundos de ventaja al rival que ha adelantado. Pero el asfalto se está secando y el tiempo se va recortando a cada curva. Y chundachundachunda, ¿lo conseguirá?

Ayuda muchísimo una animación super dinámica que hace que cada adelantamiento, cada curva, cada frenazo, acompañados del dichoso eurobeat se sientan completamente dinámicos, tensos y trepidantes. Cada carrera (de momento van 3 con sus clasificatorias) tiene sorpresas y situaciones únicas en su trazado o su clima para que el reto a superar por Kanata sea cada vez más imposible, y él lo supera con creces siempre (¿siempre?, ya veremos) haciendo que con cada pequeña victoria tu saltes en el salón como si el premio de la carrera te lo fueran a dar a ti.

Si, hay una historia de amor que si bien no interesa mucho, tampoco estorba y hace que los pocos episodios entre carreras muevan un poco la trama de Kanata buscando a su padre (el verdadero motivo por el que ha llegado a Japón). Pero todo eso esta bien hasta que arranca la siguiente carrera y la música y la adrenalina se disparan. No soy fan de los coches, me interesan nada las carreras y de verdad que estoy bastante seguro de que era imposible que el eurobeat me pudiera interesar lo más mínimo.

El 86 apura las curvas como yo la mesita de noche cuando voy al cuarto de baño de madrugada…

Y cuanto más acelero… más calentito me pongo…

Sin embargo, aquí me encuentro, escuchando un disco del puñetero eurobeat mientras escribo un análisis sobre lo mucho que me ha gustado una serie de coches hasta el punto, de que me pica todo al no saber cuando retomaremos en una tercera temporada. Porque la cosa se ha quedado a media carrera, y al Katagiri le duele el codo porque patata y no puede usar segunda y claro, adelanta tu a todos conduciendo en tercera y cuarta, y yo con este sinvivir no puedo, José Luis…

Decía antes que la animación era brutal, y más arriba todavía comentaba que los personajes eran todos feos como el chiste de la última cabecera (aprovecho para pedir perdón públicamente). Esto no obedece a otra cosa que la fidelidad al estilo personal del mangaka responsable de la obra original. Que no os eche para atrás, de verdad que aquí lo importante son las carreras, y cuando los coches arrancan os va a dar igual las pintas que tengan fulano y mengano…

No puedo comparar con la original, pero desde luego MF Ghost me parece una de las series de animación japonesa más trepidantes del último año, y lo más fascinante es que lo consigue recurriendo a cosas relativamente cotidianas y poco fantásticas como son la conducción y las carreas de coches (y los romances adolescentes). Eso en mi lista, siempre suma más puntos que cuando vas esperándote algo que cumple de forma ajustada tus expectativas. No solo espero con verdadera ansia la tercera temporada de MF Ghost, es que probablemente durante el impasse aproveche para saldar una deuda pendiente con Initial D y dar las gracias a mi amigo Brandon Sanderson por su inestimable consejo.

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