El termino «ensalada de puntos» se utiliza en juegos de mesa para referirse a ese momento que se genera, habitualmente en juegos de corte «euro» cuando llegado un momento (por norma también, al final de la partida) cuando se empiezan a repartir puntos a todos los jugadores por las mas diversas razones: cada madera que te sobra, 2 puntos, más cada vez que te hayas levantado de la mesa que te da 5 más y luego 1 más por cada vez que hayas conseguido que un jugador te diga en voz alta «tripichurla».
Se trata de una mecánica super frecuente y lo mejor de todo: super gratificante. Porque da igual la paliza que te haya podido estar pegando Manolito toda la partida. Él no contaba con tu reserva de chipirones turcochipriotas y ahí es donde se viene la remontada. Asi que alguna mente pensante (tres, concretamente, las de Molly Johnson, Robert Melvin y Shawn Stankewich) juntaron todos sus puntos acumulados para llegar a la conclusión de que hacer un juego basado únicamente en esa mecánica era buena idea.
No solo lo era, además, daba oportunidad para hacer el chiste y eso siempre suma. Porque claro, la casualidad que estamos haciendo un juego sobre la mecánica conocida como «ensalada de puntos» y nuestro juego se va a llamar… Ensalada de puntos. Y además le vamos a meter verduras, para que nadie nos pueda recrimina nunca nada. Porque somos unos genios.

Sin aliño no hay ensalada que valga.
Mucho cachondeo. Pero no os engañéis. Ensalada de puntos es un juegazo. Cortito y al pie, pero con mucha chicha y una mecánica simple como el mecanismo de un chupete. Con nuestro mazo de cartas formamos un mercado de hortalizas. En cada turno podremos coger dos de ellas. Pero, ¿para qué las queremos? Cada vedura, independientemente de su tipo (lechuga, tomate, pimiento, cebolla, col o zanahoria) tiene por su anverso una forma de puntuar: 2 puntos por cada lechuga, 5 puntos por cada trio de pimiento + col + tomate, resta 10 puntos negativos si eres el que menos verduras tiene, etc…
Y las cartas antes de añadirse al mercado, están boca abajo, por lo que la acción de coger dos verduras, podemos cambiarla por la de coger solo una, pero por su lado de puntuación. De esta forma, las verduras que ya tengamos empezarán a darnos puntos. Intercalando estas dos acciones (coger verduras o formas de puntuarlas) tendremos que conseguir ser el que más puntos acumule al final de la partida. Esto, que puede parecer una tonteria como un piano, de da una profundidad al juego astronomica por dos motivos.
El primero de ellos es que literalmente cada carta de Ensalada de Puntos tiene una forma de puntuar completamente diferente. Por lo que las estrategias a seguir son diferentes cada partida. Ademas, cada vez que alguien coge algo del mercado (ya sean verduras o formas de puntuar) lo modifica para el siguiente. ¿Esa carta que te da 90 puntos por cada una de tus 19 coles? No te hagas muchas ilusiones porque cuando robe Susanita se va a convertir en una triste zanahoria (al darse la vuelta) y va a dejar a la vista una que te quita 970 puntos si eres el que más coles tiene… vaya, mala suerte.

Bueno, bonito, barato… y con muchas vitaminas.
Aún así, la interacción del juego es suave y es muy amigable. Que los demás te corten una vía de hacer puntos no quiere decir que sobre la marcha no puedas montarte otra igual de eficaz o más que la anterior. Ensalada de puntos es de esos juegos que le puedes sacar hasta a tu abuela sin que se asuste. Se presenta en una bonita caja metálica llena de hortalizas y no huele a orco, mazmorra o nave espacial para que ningún muggle salga corriendo.
Es pequeñito, económico y puede dar horas de diversión. Yo particularmente no soy de darle más de un par de partidas seguidas a este tipo de juegos para no quemarlos y que sigan cumpliendo la función que tienen en mi grupo más jugón que no es otra que la de desengrasar entre partidas más duras o permitir echar una partida rápida en espacios reducidos y aún así disfrutar del hobby.
Incluso si te van los euros duros, estoy seguro de que en algún momento un juego como Ensalada de puntos puede hacerse un hueco en tu ludoteca ya que te ofrece lo mismo, a una escala mucho menor. Y según cuentan hace maravillas por tu sistema inmunitario y tu colon…





