A pesar de ser desde siempre una de las novelas de Stephen King mejor valoradas de toda su bibliografía; tengo que reconocer que It no es un libro que disfrutara especialmente leyendo. Hace mucho, muchísimo desde que estuve durante meses intentando digerirlo, casí el mismo tiempo que la criatura pasa durmiendo entre ciclos. Ahora en mi madurez, después de haber visto en varias ocasiones las dos versiones de su adaptación cinematográfica, vuelvo a acercarme al pueblo de Derry con exáctamente las mismas sensaciones con las que Bill Denbrough y sus amigos regresaron a su ciudad natal años después de haberse marchado: no recordando casi nada de lo acontecido en el pasado, pero con una sensacion de familiaridad constante.
Porque si hubiera sido únicamente por mi motivación. Pese a, repito, haber visto las películas, realmente todo el argumento de It se hubiera ido por el sumidero de mi memoria dejando restos de miedo, payasos, alcantarillas y niños muertos, poco más. Pero da la casualidad de que esposa no sólo es fan del escritor de Maine, también le gusta con particular fervor la novela con la que yo no pude o no supe conectar en su momento. Es ella la encargada de rescatar de la niebla de mi mente los detalles difusos que parecen estar ahí en la punta de la lengua pero no termino de situar con exactitud. ¿Qué ocurrió exactamente con los mafiosos? ¿Había una base militar en las inmediaciones del pueblo? ¿Recuerdo una mansion abandonada con un pozo o me lo estoy inventando? Cosas del estilo.
No quiero, nuevamente, dejar la sensación temprana de que no me gusta It. Creo que se trata de una obra completamente seminal. Existe todo un subgénero de drama / terror basado en niños, veranos y bicicletas. Y debe la totalidad de su existencia a la obra de Stephen King (en concreto esta novela y la de Cuenta conmigo). Sin It no tendríamos Stranger Things, ni probablemente (aquí me siento más osado) Los Goonies. Aunque los géneros de ambas películas parezcan estar a años luz sus corazones no andan demasiado alejados. No. Creo que It es una gran obra, pero como pasa a veces con las grandes obras, uno no siempre conecta con ellas de la forma correcta.

Aquí todos flotamos, José Luis…
Nunca es tarde si la dicha es buena. It: Bienvenidos a Derry propone una premisa interesante. Aprovechar que los protagonistas de la novela (o la reciente dupla de películas) realizan una investigación exhaustiva del pasado de la ciudad, y que la criatura despierta cada varios años (unos 27, al parecer); para contar lo que ocurrió en el ciclo anterior al de los protagonistas de la novela. Esto a su vez nos permite explorar historias de orígenes ya planteadas en la novela y también para aprovechar para jugar con nuevos conceptos.
Una puerta de entrada interesantísima y que se puede disfrutar por completo sin la necesidad de haber visionado la secuela, pero que siempre aporta al juego de referencias cuando tienes todas las piezas del puzzle. Desde el primer minuto, o desde la maravillosa cabecera de arranque (que no aparece en el episodio piloto) uno siente en todo momento que los creadores de Bienvenidos a Derry, tienen el corazón en el sitio correcto y vuelcan ese amor por la obra de King plano a plano. Y a pesar de que el primer episodio es un poco tramposo y juega a eso tan de moda de subvertir las expectativas generadas durante la campaña de marketing (a punto estuve de no seguir); uno va comprobando que a nivel argumental poco se puede reprochar a la obra de HBO Max.
No sólo resulta ser un ejercicio caligráfico de conocimiento del trasfondo de la novela, es que a nivel técnico nos recuerda ese marchamo cada vez menos frecuente que hizo grande a HBO en su momento. Esa frase tan maniquea de «cine hecho para televisión» se respira en cada episodio de It: Bienvenidos a Derry. Casi como si fuera otra pareja de películas que formaran una suerte de tetralogía con las películas más recientes. Se nota el mimo. Se nota el cuidado. E incluso a la hora de hablar de efectos visuales (de los que tenemos que contar alguna cosa), también se nota la inversión de dolares y minutos (no sabemos cuanto habrán tenido que trabajar extra en las empresas responsables para que no se le pueda acusar a la serie de estar rodada en un plató de Telecinco).

Una cosa te digo, pocos niños se matan en televisión…
Bienvenidos a Derry es despiadada. Aquí, como en la novela. Como en la película. Los infantes son las víctimas. Y desde el primer minuto queda claro que están bastante sólos en su lucha contra el miedo. No recuerdo si esto se refleja de la misma forma en la película (quiero pensar que sí), pero como conocemos a los protagonistas cuando ya son adultos, uno sufre menos por ellos cuando son pequeños, porque sabemos sumar dos y dos, y el que está vivo de mayor, pues no lo pasaría tan mal de pequeño si salió del pueblo. Pero la serie es tajante con esto: en cada despertar de la criatura la edad poblacional de Derry sube un par de años.
Un equilibro delicado, ese el de matar niños y conseguir que la gente quiera seguir mirando a la pantalla. La serie es ejemplar y sabe balancear el guión (recordemos que una cosa es trama o historia y la otra es guión o estructura) para conseguir que el ritmo sea perfecto. Te aprieta hasta dejarte sin aliento para luego dejar que cojas el aire justo para que te recuperes parcialmente sin ahogarte. No soy especialmente amigo de «esa escena» que tienen casi todos los episodios donde aquello se convierte en el tren de la bruja. Pero es verdad que resulta fidedigno al espíritu de la obra y que resulta desagradable porque tiene que serlo. La información se administra de forma correcta y uno no siente en ningún momento que se le esté ocultando la información y con cada rodillo de créditos nuestro conocimiento sobre lo que acecha bajo Derry va creciendo.
Si le añadimos algún cruce magistralmente tirado con El Resplandor y que lo que se inventan para poder jugar a gusto en el patio, le sienta como un guante a la obra, pocas pegas se me ocurre ponerle a la serie. Verdad que es que bien por mis reticencias iniciales, o simplemente porque pese a su calidad, no acabo de conectar en lo más hondo con la historia, tampoco me atrevo a calificarla como una gran serie para el recuerdo. Pero creo que mi análisis de la misma probablemente contradecirá estas últimas palabras y que la sensación que puedas tener al leer esta reflexión sea ligeramente diferente a la que a mi me ha dejado el verla. Sea como fuere se agradece la existencia de It: Bienvenidos a Derry y pese a que podía haber quedado maravillosamente cerrada con un lazo, no es de extrañar que se hayan dejado preparado un hilo del que tirar de cara a una posible segunda temporada. Hay algún exceso de sobreexplicación en la recta final que tampoco me parece necesario pero en general uno termina contento de verla, y casi siente la necesidad de poner la película a continuación, ¿verdad?.



